Parte 21 - La Ley de Curación


La ley de curación

     La Ley de curación está estrechamente ligada a los anteriores puntos tratados, teoría miasmática y enfermedades crónicas y en especial al concepto de supresión, siendo el parámetro guía en la evaluación del tratamiento.
Su validez trasciende los límites de la homeopatía permitiendo evaluar la evolución de un paciente aunque no sea tratado con homeopatía.
     Es bueno que el paciente la conozca porque le facilitará comprender su propio proceso de curación y  evolución.
     La difusión de la homeopatía debe poner énfasis en puntos como éste, donde expone su identidad y se distingue  netamente de la visión alopática.

     El origen de esta ley se encuentra en una serie de comentarios que Hering realizó en el prólogo del Tratado de las Enfermedades Crónicas de Hahnemann en su 1ra edición en inglés de 1845, que por su trascendencia pasó a la historia como Ley de Hering en reconocimiento a este insigne discípulo de Hahnemann, si bien Hering la llama en este trabajo ley de orden.
    
     Se trata de una síntesis de observaciones sobre la evolución de una curación genuina, donde se ve la estrecha relación con el concepto de supresión como señalábamos.
     Extraigo del Prólogo de Hering:
(*) Traducción Dr. Ricardo Goldberger. Agradezco al Dr. Marcelo Candegabe su cortesía en hacerme llegar una copia.

     “...comunicaré, no obstante, un corto extracto de mi ensayo “Guía para el desarrollo progresivo de la Homeopatía”:
    “Así como las enfermedades agudas terminan en una erupción sobre la piel, que se distribuye, se deseca y entonces desaparece, así ocurre con muchas enfermedades crónicas. Todas las enfermedades disminuyen su intensidad, mejoran y son curadas internamente por el organismo, librándose así poco a poco; la enfermedad interna se acerca mas y mas a los tejidos externos hasta que finalmente arriba a la piel.”

    “ Todo médico homeópata debe de haber observado que el progreso de un dolor se lleva a cabo de arriba abajo; y en las enfermedades, de adentro afuera. Esta es la razón por la que las enfermedades crónicas, si son cabalmente curadas, siempre terminan en una erupción cutánea, la que es distinta de acuerdo con las diferentes constituciones de los pacientes. Esta erupción cutánea puede ser incluso percibida aún cuando una curación es imposible e inclusive cuando el remedio ha sido impropiamente elegido. La piel, siendo la superficie mas externa del cuerpo, recibe sobre sí la extrema terminación de la enfermedad.
     Esta erupción cutánea no es meramente una secreción mórbida que ha sido químicamente segregada del interior del organismo en la forma de una gas, un líquido o un sólido; es la totalidad de la acción mórbida empujada de adentro hacia afuera y es la característica de una curación real y completa. La acción mórbida del interior del organismo puede continuar, entera o parcialmente, a despecho de esta erupción cutánea. Sin embargo, esta erupción siempre es un síntoma favorable ; alivia los sufrimientos del paciente y generalmente previene una acción mas peligrosa.”

     “La curación completa de una enfermedad crónica extensamente ramificada en el organismo es indicada por la mejora, al principio de los órganos mas importantes ; la afección desaparece en el orden en el que los órganos habían sido afectados : los mas importantes aliviados en primer lugar, los menos importantes luego y la piel al final.”

     “Incluso el observador superficial no dejará de reconocer esta ley de orden. Un proceso que se lleva acabo en diferente orden nunca puede ser confiable. Un acceso de histeria puede terminar en un flujo abundante de orina ; otros ataques pueden también terminar de la misma forma, o en una hemorragia ; el acceso subsiguiente mostrará cuan poco ha sido curada esta afección. La enfermedad puede tomar un rumbo diferente, puede cambiar su forma y en esta nueva forma puede ser menos penosa; pero el estado general del organismo sufrirá las consecuencias de esta transformación.”

     “De ahí que Hahnemann inculcara con mucho cuidado la importante regla de ocuparse de los síntomas morales y de juzgar el grado de adaptación homeopática existente entre el remedio y la enfermedad, por la evolución que tiene lugar en la condición moral y en el bienestar general del paciente.”
“La ley de orden que hemos señalado arriba da cuenta de las numerosas erupciones cutáneas consecuentes al tratamiento homeopático, incluso de las que nunca antes habían sido vistas; da cuenta de la obstinación con que algunas clases de herpes y úlceras continúan sobre la piel, mientras otras se disipan como la nieve. Aquellas que persisten, lo hacen porque la enfermedad interna aún existe. Esta ley de orden da cuenta, además, de la insuficiencia de los violentos esfuerzos, cuando la enfermedad interna no está dispuesta a abandonar su escondite. Por último da cuenta de la sustitución de una afección cutánea por otra.”
   
 “Esta transformación a una afección cutánea, de la afección interna de aquellas partes del organismo esenciales por sus importantes funciones - una transformación enteramente diferente del cambio violento causado por la acción del ungüento de Auntenrieth, del amoníaco, aceite de ricino, cantáridas, mostaza, etc - es principalmente efectuada por los remedios antipsóricos.”

     “Otros remedios pueden, eventualmente, realizar esta transformación, incluso el uso de agua, cambio de clima, de ocupación, etc; pero es mas segura, mas suave y mas completamente efectuada por los remedios antipsóricos.”
Agrega finalmente: “ Esto último es una opinión enteramente individual; otros pueden tener diferentes opiniones relativas al mismo tema ; esto no debe impedirnos dirigirnos todos hacia el mismo fin, lado a lado, en perfecta armonía.
Pero, cuidado! Las reglas que el experto fundador de la Homeopatía formuló en el trabajo que sigue con mucho énfasis, no siempre son practicadas y, por lo tanto, no pueden ser apreciadas. Mucho daño hacen los sabihondos que se entrometen en nuestra literatura y mezclan con ella como la paja con el trigo. Con todo, podemos consolarnos con la esperanza de que en la historia de la ciencia vendrán aquellos, los grandes días de cosecha, cuando la cizaña será recogida en fardos y arrojada al fuego.
     Es obligación de todos nosotros ir mas lejos aún, en la teoría y práctica de la Homeopatía, de lo que lo ha hecho Hahnemann. Debemos buscar la verdad que está ante nosotros y abandonar los errores del pasado. Pero la desdicha caiga sobre aquel que ataque personalmente al autor de nuestra doctrina; se cargará de infamia. Hahnemann fue un gran sabio, investigador y descubridor; fue un hombre sincero, sin falsedad, espontáneo y abierto como un niño e inspirado de pura benevolencia con un sagrado fervor por la ciencia.”

     ...“A aquel que cree que hay aún verdades que no conoce y que desea conocer, le será señalado el sendero que lo guiará a la luz que necesita. Si aquel que tiene sincera benevolencia y deseos de trabajar para el beneficio de todos, es considerado por la Providencia un instrumento idóneo, será convocado a cumplir su misión y será guiado a la verdad eternamente.”.

     Luego de esta lectura podemos entender porqué motivo estos breves comentarios pasaron a la historia.
A modo de sintética recapitulación, una curación genuina evoluciona:

- del centro a la periferia, trasladando los síntomas que expresan el desequilibrio vital de adentro hacia afuera, llegando hasta la piel.

- de arriba hacia abajo.

- de los órganos mas importantes a los de menor compromiso vital.

- la reaparición transitoria de síntomas antiguos siguiendo el orden inverso con que aparecieron es decir, el último síntoma en reaparecer pasajeramente como parte del proceso de curación es el primer síntoma que sufrió el paciente. Recordemos la erupción psórica como la manifestación inicial y los subsecuentes síntomas secundarios posteriores.
Así mismo, los síntomas mas antiguos que se hubieran mantenido en el tiempo serán los últimos en desaparecer.

- la mejoría mental debe acompañar la evolución.

Es importante tener siempre presente este esquema como referencia en la evolución de cada paciente.

     A propósito de los signos mentales en la evolución del tratamiento vayamos a los siguientes parágrafos :

     Parágrafo 253:
     “Entre los signos que, en todas las enfermedades, sobre todo aquellas de un carácter agudo, anuncian un ligero principio de mejoría o de agravación que no es para todos perceptible, son los más seguros e instructivos los que revelan el estado mental del paciente y su manera de comportarse. En el caso de que haya un alivio, aunque sea muy ligero, se nota un grado mayor de bienestar, la tranquilidad aumenta así como la libertad de la mente y el ánimo es más fuerte; se verifica una especie de vuelta al estado natural. En el caso de que haya agravación, aunque sea muy ligera, se tendrá un estado opuesto al anterior: retraimiento del carácter, desesperación de la mente, comportamiento digno de compasión en todos sus gestos, posturas y acciones; todo lo cual se percibe fácilmente por medio de una atenta observación, pero difícilmente puede expresarse con palabras (*).”

(*) “Las señales de mejoría en el carácter y la mente, sólo deben esperarse, no obstante, después que el medicamento haya sido administrado en dosis suficientemente pequeña (tan pequeña como sea posible). Una dosis más fuerte que lo necesario, aún del remedio más homeopático, obra con demasiada violencia y produce en seguida una alteración muy grande y prolongada en las facultades intelectuales y morales, de manera que no permitirá que veamos pronto la mejoría. Haré observar aquí que esta regla tan importante es la que conculcan principalmente los principiantes presuntuosos en homeopatía y los médicos alópatas convertidos a la nueva escuela. Por viejos prejuicios detestan las más pequeñas dosis de las diluciones más bajas de los medicamentos en tales casos, de aquí que se priven de experimentar las grandes ventajas y beneficios de este modo de proceder.”

     Parágrafo 254:
     “La aparición de síntomas nuevos o el incremento de los existentes, o al contrario, la disminución de los primitivos sin adición de otros nuevos, disipará pronto toda duda de la mente del médico que observa e investiga atentamente, respecto a la agravación o mejoría; aunque hay entre las personas enfermas unas incapaces de informar de esta agravación o mejoría, y otras que no quieren confesarla.”

     Parágrafo 255:
     “Aún con estas mismas personas, podemos convencernos sobre este punto, revisando con ellas todos los síntomas enumerados uno por uno en nuestros apuntes de la enfermedad, y comprobando así que no sufren de ningún otro síntoma nuevo y que los antiguos no se han agravado. Si este fuese el caso, y si se ha observado mejoría en el carácter y la mente, es indicio de que el medicamento debe haber efectuado una disminución positiva de la enfermedad; o, si no ha transcurrido el tiempo suficiente para que esto se realice, muy pronto será. Si, esto supuesto, la mejoría tarda demasiado en aparecer, esto depende ya sea de alguna falta cometida por el enfermo o de algunas circunstancias que se han interpuesto.”

Respecto a la reaparición de síntomas antiguos:

     Del Tratado de las Enfermedades crónicas:

     “Porque si los síntomas que están ocurriendo ahora como efecto del remedio ya se hubieran presentado antes, aunque no en las últimas semanas pero sí alguna vez en las anteriores o en meses precedentes y con igual apariencia, entonces esos síntomas surgen simplemente debido a la excitación homeopática activada por el medicamento y se trata de síntomas no muy extraños a la enfermedad y que ya han perturbado con mayor frecuencia en alguna época anterior; ellos son demostración de que el medicamento está  actuando profundamente y que ha llegado hasta la misma esencia de la enfermedad, por lo que su eficacia continuará  en aumento. Es por ello que debe permitírsele que continúe su acción y no se la debe interferir dando otra substancia medicinal, así fuere de efecto mínimo.

     Pero si los síntomas fuesen diferentes de cuanto hubiera ocurrido anteriormente ellos son, en consecuencia peculiares de tal medicamento y no cabe suponer qué habrán de presentarse durante el proceso de tal enfermedad; son banales solamente y no deben ser motivo para interrumpir la acción medicinal; habitualmente tales síntomas pasan y se desvanecen sin alterar la acción curativa del remedio. Pero si, por lo contrario, su acción fuese intensa, ello será  indicio de que la medicina antipsórica no ha sido seleccionada correctamente en cuanto a su homeopaticidad. Tal acción debe ser contrarrestada por medio de algún antídoto y si tal antídoto no fuere conocido, por otro medicamento antipsórico que responda a los síntomas con mayor fidelidad; tales síntomas falsos podrán continuar por algunos días más, quizás recidiven, más pronto se extinguirán por completo y en su lugar quedará  la acción verdaderamente benéfica.”

     Sobre los síntomas mas recientes y los antiguos que han permanecido a lo largo del tiempo agrega:

     “Los últimos síntomas presentados por toda enfermedad crónica a la que se haya dejado librada a sí misma (es decir, que no haya sido agravada por malpraxis médica) son invariablemente los primeros que ceden cuando comienza el tratamiento antipsórico; pero las dolencias antiguas y aquellas que fueron más constantes e invariables, entre las que revistan las afecciones locales persistentes, son las últimas en ceder y esto sólo se logrará cuando las perturbaciones anteriores hayan desaparecido y la salud, en cuanto concierne a todos los aspectos restantes, haya sido restablecida casi por completo.”

     Dos útiles apreciaciones:

     “Es frecuente que el enfermo solicite de su médico que le libere en primer término de algún síntoma que le aflige mucho más que los síntomas restantes, lo que no es factible, pero se deberá ser benévolo con el paciente que formule tan comprensible pedido.”

     “El paciente que haya tomado un medicamento antipsórico y que no vea diariamente a su médico escribir , a fin de que él se entere, un informe diario en el que subrayará los síntomas simples que se hayan presentado durante el día y que sean repetición de aquellos que sintió hace algún tiempo o quizás mucho tiempo; pero los síntomas que jamás tuvo, los que en ese día haya sentido por primera vez, convendrá  que los subraye con doble línea. Los síntomas a que se aludió en primer término indican que el antipsórico está  alcanzando a la raíz del mal y que SU acción será valiosa respecto de la curación total, pero los aludidos en segundo término. si aparecen con mayor frecuencia e intensidad, indican al médico que el antipsórico no ha sido seleccionado de manera perfectamente homeopática, por lo que deberá  ser discontinuado y reemplazado por el que sea apropiado.”



Algunas consideraciones sobre la Ley de curación


     La ley de curación es una importante guía en la práctica clínica. A la vez nos induce a profundizar en algunas ideas.
Recordemos a Hering  al respecto: “Es obligación de todos nosotros ir mas lejos aún, en la teoría y práctica de la Homeopatía, de lo que lo ha hecho Hahnemann”.
     La ley de curación expresa a través del proceso de movilización de síntomas descrito, la recomposición a un nivel de mayor equilibrio de la energía vital.
Hipócrates llamaba a esta condición de la energía vital que tiende al mayor equilibrio posible y de este modo a preservar la salud, Vix Medicatrix Naturae o fuerza natural de curación.
La fuerza natural de curación es en definitiva una cualidad de la energía vital.
Cuanto mas equilibrada la energía vital, mas eficiente será su fuerza natural de curación.
De tal manera, si la energía vital está desequilibrada, consecuentemente también la capacidad de su fuerza natural de curación será menor.
     La energía vital desequilibrada, es decir, miasmáticamente afectada, se refleja entonces en una fuerza natural de curación limitada. Esta limitación miasmática que afecta consecuentemente a la fuerza natural de curación se traduce en el particular modo en que intenta mantener el mayor equilibrio posible que su condición le permite.
Resultado de la conjunción de la constitución y lo miasmático, esta fuerza natural de curación limitada expresa un tinte particular en cada paciente.

     Incorporemos ahora otro concepto: la somatización.
La somatización puede entenderse a la luz y cumpliendo con la ley de orden, como parte de un proceso de degravitación de la tensión del desequilibrio vital, del centro hacia la periferia, es decir de la mente al cuerpo.
El individuo intenta mantener según un orden de jerarquía lo mas estable posible el centro del comando del organismo, es decir la mente, desplazando hacia sectores periféricos, entiéndase somáticos, la expresión del desequilibrio vital.
     Un ejemplo: un sujeto sufre cierta contingencia afectiva y a partir de allí contrae una gastritis, u otro síntoma somático.
A ese individuo le resultaba intolerable contener mentalmente el conflicto afectivo, por lo que su fuerza natural de curación, derivó parcialmente parte de la tensión hacia un canal corporal. Jerarquizó la mente, es decir lo central, no padecer un descontrol mental, trasladando el desequilibrio a un síntoma periférico, la gastritis.
     No obstante actúo miasmáticamente. La condición miasmática se expresó idiosincráticamente en el todo, es decir, desde la particular condición mental que le impidió metabolizar adecuadamente la circunstancia afectiva hasta su peculiar derivación somática.

     De este modo, el remedio que equilibra la energía vital incrementa consecuentemente su fuerza natural de curación y de esta manera, mejora la modalidad de reacción frente a las diversas noxas.
Estos movimientos hacia la salud o la enfermedad engloban procesos constitucionales, de decir, de la energía vital y su grado de afectación miasmática.

     Es interesante hacer un breve comentario acerca de la erupción cutánea referida por Hering:
. “La acción mórbida del interior del organismo puede continuar, entera o parcialmente, a despecho de esta erupción cutánea. Sin embargo, esta erupción siempre es un síntoma favorable; alivia los sufrimientos del paciente y generalmente previene una acción mas peligrosa.”

     Es decir, que aparezca la erupción cutánea no significa en todos los casos que se ha completado la curación. Aclara, la acción mórbida del interior puede continuar, entera o parcialmente, pero siempre lo considera una manifestación favorable.

     Otro punto a considerar es que el proceso de la ley de curación no es sinónimo de medicamento único.
Hahnemann habló de no interferir la acción del remedio que esté provocando la movilización de este proceso, pero así también señaló la necesidad de utilizar la sucesión de remedios que sea conveniente en cada caso.

     Consideremos otra circunstancia sobre la mejoría mental en la ley de curación.
Podriamos preguntarnos si la psicofarmacología alopática al buscar mejorar lo mental promueve o no la ley de curación, a través de los ansiolíticos, antidepresivos, reguladores del humor, etc.
No es fácil determinar en muchos casos así tratados a que clase de mejoría acceden los pacientes.

     Los estudios estadísticos que maneja alopatía para evaluar sus tratamientos, toman habitualmente solo en cuenta el  síntoma objetivo, dejando fuera de consideración en gran medida la evolución global del paciente.
Los efectos secundarios, leves a graves muestran además del desplazamiento hacia lo corporal de la expresión del desequilibrio y aún cuando el resultado aparenta en cierta medida acercarse al objetivo, que la condición miasmática en general no ha mejorado, sino profundizado.
Trastornos de la atención, la percepción , la motricidad, disfunción sexual frecuente con algunos antidepresivos, eventual afectación de órganos nobles, tiroides, riñones, hígado, médula ósea con otras drogras son muestras al  respecto.



Sobre el tiempo de una curación


     Otro punto ligado a la ley de curación es el parámetro tiempo. El criterio a tener en cuenta es que cuanto mas antiguo el trastorno crónico, mas tiempo se debe esperar que lleve el proceso de curación, si éste es posible.

     Del Tratado de las Enfermedades crónicas:  
 
     “Aquello de que la curación debe ser «cito tuto et jucunde» (rápida, segura y placentera) según dijo Celsus, el paciente puede solicitarlo de su médico con razón y con todo derecho esperarlo si éste es homeópata y cuando esté afectado por alguna enfermedad aguda surgida de causas ocasionales o por alguna enfermedad intermedia, de las que prevalecen por temporadas (las denominadas «intercurrentes») .
Pero en cuanto respecta a «cito» (rápidamente), lo que significa curación pronta, la naturaleza de las enfermedades crónicas no autoriza a esperarla.”

     “De la curación de toda enfermedad crónica grave que haya prevalecido a lo largo de diez, veinte, treinta o más años, podrá  decirse que ha sido rápida si ha sido lograda en un año o dos (lo que sería imposible lograr si hubiera sido maltratada por la alopatía y absolutamente imposible si, por exceso de tal tratamiento, la enfermedad hubiera sido transformada en incurable). tratándose de personas jóvenes y robustas, el tiempo que requiere la curación puede ser reducido a la mitad, pero cuando el paciente tenga avanzada edad, el mejor tratamiento médico y la estricta observancia por parte del enfermo y de quienes cuidan de él no impedirán que tal lapso sea mucho más extenso; también resultará comprensible que toda enfermedad crónica (psórica) inveterada, cuyo miasma originario ha tenido tanto tiempo y tantas circunstancias favorables para insertar -por así decirlo- sus raíces parásitas en todos los intersticios del complejo edificio de la vida. haya llegado finalmente a alcanzar tal trabazón en el organismo que pese al tratamiento más apropiado, al más sensato régimen de vida cuidadosamente observado por el paciente, se requerirán mucha perseverancia y tiempo suficiente para destruir a tal pólipo de múltiples tentáculos, en tanto se administran las fuerzas y la autonomía del organismo.”