Parte 28 - Agravación homeopática


Agravación homeopática


     La agravación homeopática es un concepto importante de la doctrina que debe ser tenido siempre en cuenta en la evolución del tratamiento.
Retomemos el parágrafo que mencionamos a propósito de síntomas nuevos.

     Parágrafo 156:
     “No obstante, casi no existe medicamento homeopático, por bien elegido que haya sido, sobre todo si es administrado a una dosis insuficientemente pequeña, que no produzca en pacientes muy irritables y sensibles, al menos alguna molestia trivial y extraordinaria, algún pequeño síntoma nuevo mientras dura su acción, porque es casi imposible que el medicamento y la enfermedad pudieran cubrirse el uno a la otra sintomáticamente y con exactitud como dos triángulos de lados y ángulos iguales. Pero estas (en circunstancias ordinarias) diferencias insignificantes fácilmente son extinguidas por la actividad potencial (energía) del organismo viviente y no son percibidas por los pacientes que no sean excesivamente sensibles; la reparación progresa sin embargo, hasta el restablecimiento perfecto, si no fuese impedido por la acción de sustancias medicinales heterogéneas, por errores en el régimen o por excitación de las pasiones.”

     Parágrafo 157:
     “Pero aunque es cierto que un remedio elegido homeopáticamente, remueve y extingue, por razón de ser apropiado y administrado en pequeña dosis, de una manera suave la enfermedad aguda análoga a él, sin manifestar sus otros síntomas no homeopáticos, es decir, sin la producción de molestias nuevas y graves, no obstante con frecuencia produce una especie de ligera agravación inmediatamente después de ingerido, por una o algunas horas, cuando la dosis no ha sido suficientemente pequeña (cuando la dosis ha sido demasiado grande empero, la agravación es por muchas horas) y que tiene tanta semejanza con la enfermedad primitiva que el paciente se figura que es una agravación de su propia enfermedad. Pero en realidad no es más que una enfermedad medicinal, en extremo semejante, excediendo algo en poder a la afección natural.”

     Parágrafo 158:
     “La ligera agravación homeopática que se presenta durante las primeras horas (muy buen pronóstico que indica que la enfermedad aguda cederá probablemente a esta primera dosis), es completamente como debería de ser, pues la enfermedad medicinal debe ser naturalmente algo más fuerte que la enfermedad que hay que curar, para que pueda dominarla y extinguirla, del mismo modo que una enfermedad natural puede remover y destruir a otra semejante, solo cuando es más fuerte que ella (parágr. 43-48).”

     Parágrafo 159:
     “Cuanto más pequeña es la dosis del remedio homeopático en el tratamiento de las enfermedades agudas, tanto más ligero y corto es el incremento aparente de la enfermedad durante las primeras horas.”

     Voy a referir algunas palabras de Kent, del libro Filosofía Homeopática, respecto a la agravación homeopática que aportan a la comprensión del tema. Recordamos que Kent no conoció la 6ta. Edición del Organón, por lo que sus comentarios hacen referencia a la 5ta edición donde aún Hahnemann no había expuesto el método plus de administración líquida continua del medicamento ni la escala LM. No obstante sus comentarios son de gran valor.

     “...He visto las más serias reacciones que parecían necesarias para el restablecimiento de la salud.”

     “...Si de la enfermedad han resultado cambios en los tejidos, entonces veremos agravaciones llamativas, y aun agravaciones de las que no se puede esperar el restablecimiento,...”
     “...Siempre deberíamos considerar muy bien si una enfermedad es aguda o crónica. Cuando no hay cambios en los tejidos, cuando no hay ningún resultado último de la enfermedad, puede esperarse que el remedio curará  al paciente, sin ninguna agravación seria, sin ningún sufrimiento agudo, pues no hay ninguna necesidad de reaccionar de los serios cambios estructurales”

     “...Cuando la enfermedad crónica no ha producido resultados en cambios de tejidos, no puede haber ninguna agravación, en modo alguno; a menos que haya quizás una exacerbación de los síntomas, lo que es de un carácter diferente. Es el establecimiento del remedio como una nueva enfermedad en la economía, en vez de la reacción, que corresponde al procedimiento de limpieza. Debe haber eliminación, como sabemos, probablemente del vientre o del estómago, por medio de vómitos, expectoración, o por los riñones, en aquellos casos en que todo ha sido suprimido.”   

     “...Hay que distinguir entre lo que es una reacción y lo que pide otro remedio. Estas cosas sólo se ven en Homeopatía, nunca en ninguna otra práctica. A veces el médico se vuelve loco con estas reacciones; las hay que son terribles de mirar, y podrá ser que le echen de la casa. Que lo tome como hombre, que tenga paciencia, pues la ignorancia de la madre o de los amigos no puede ser ninguna excusa para que él viole los principios ni una sola vez.”

     “Una enfermedad de larga duración a veces no cede sin esta agravación y perturbación tumultuosa en la economía, y cuanto más arraigada, tanto más hay que luchar con los cambios de tejidos, y tanto más maravillosa, penosa y dolorosa es esta reacción. Cuando un paciente vuelve, después de cada dosis de medicina, con violenta reacción, con agravación violenta de la enfermedad, con violenta agravación de los síntomas, se sabe entonces que el mal está muy arraigado.”

     “En los pacientes débiles esperaréis una reacción débil o ninguna reacción después de administrar el remedio, pero en los casos débiles son de un carácter que no tienen muchos síntomas, y muy rara vez podréis encontrar un remedio verdaderamente específico.
Por ejemplo, suponed que tenéis un caso que está destinado a tener tisis, un caso meramente sospechoso. Administráis el remedio adecuado y hay una reacción violenta: un presentimiento de lo que tendría que pasar el enfermo dentro de unos años si no lo curara este remedio. Puede sobrevenir un estado alarmante, que asuste al enfermo y le haga volver para deciros que aquella dosis de medicina era terrible, que era un veneno, etc. Esto es la enfermedad medicamentosa, éstos son los síntomas del remedio, los síntomas del remedio que pronostican el futuro de aquel caso, porque si el remedio no fuera lo suficiente similar al caso, no podría hacer estas cosas, y es por la similitud de enfermo y medicamento que éste pone en evidencia estos síntomas que aquel tenía en la sombra. Pero el remedio no le puede dar los síntomas que él no tiene. No puede darle los síntomas que no están relacionados con él, excepto en los casos llamados hipersensibles.
Como sabéis, los hipersensibles son capaces de experimentar los más variados síntomas con cualquier cosa que les deis. Se debe saber si el paciente es un hipersensible y si está experimentando un medicamento, o si tiene alguna constitución vigorosa y sufre una agravación. El remedio obrará, de un modo exagerado en los hipersensibles, y a veces en los de una constitución débil,...”

     “...Encontraréis como cosa natural en las enfermedades agudas, que si una agravación ligera sobreviene a los pocos minutos, no se le ocurra a nadie administrar otra dosis. El remedio es tan similar y penetra tan completamente, que difícilmente habrá nunca necesidad de repetirlo. Hay circunstancias, naturalmente, que harán necesaria la repetición, pero es tan difícil enseñar éstas, y tan difícil sentar reglas para indicar cómo y cuando, que el único plan seguro es empezar los casos sin repetir, dar dosis única y esperar y observar sus efectos. En pacientes vigorosos afectos de tifoidea, doy generalmente la medicina en agua, porque es fiebre continua, pero observo y espero, dándolo varios días, y a la más ligera señal de la acción del remedio, lo suspendo en seguida”

Vemos que aquí Kent utilizó el método líquido continuo o plus.

     “...En muchas enfermedades crónicas es posible producir una reacción en la primera noche; de aquí viene el peligro de repetir el remedio. Si el delirio se calma, o sale una humedad en la piel, y él duerme tranquilamente, no se debe administrar más medicina más allá de este estado. Hay casos de difteria en los que unas veces una repetición mataría, y otras veces, en cambio, una repetición salvara la vida. Yo espero que algún día podré descubrir los principios.
 En los casos serios y graves, la regla de conducta es sencilla: no repetir nunca el remedio mientras dure la reacción. Cuando la reacción ha cesado y hay tendencia a ir por otro camino, entonces puede ser necesario repetir, pero no debe hacerse una repetición mientras venga la reacción

     “...De modo que cuando ocurra esta ligera agravación, muy rara vez habrá que dar otra dosis en un caso agudo. Cuando esta agravación no viene, cuando no hay ni la más ligera agravación de los síntomas, y el paciente parece mejorar poco a poco, entonces es que el remedio demuestra que no ha obrado sobre lo
 más profundo, y que el alivio puede cesar en la enfermedad aguda, y cuando el alivio se detiene, es que la reacción ha cesado, y entonces, otra dosis de la medicina es la práctica correcta.
El alivio que comienza sin ninguna agravación de los síntomas, no dura tanto en las enfermedades como cuando ha tenido lugar una agravación. Esta ligera acción del remedio sobre y por cima de la enfermedad, es una buena señal. Por otra parte, hallaréis que si el remedio no era enteramente similar, no habrá agravación a no ser un pacientes hipersensibles, y entonces será una agravación medicinal. Cuando encontréis que no hay ninguna agravación de los síntomas, en constituciones fuertes y vigorosas, cuando no hay absolutamente ninguna agravación, muy frecuentemente es que el remedio sólo ha sido parcialmente similar, y puede ser que necesite dos o tres de tales remedios para salvar a sus pacientes, donde un maestro sólo daría uno.”


     En referencia al Parágrafo 159:

«Cuanto más pequeña es la dosis del remedio homeopático, tanto más ligera es la agravación aparente de la enfermedad, y ésta es proporcionalmente de más corta duración.”, Kent aclara el significado “de cuanto mas pequeña es la dosis :
“...como Hahnemann  observa - se encontrará en varios de sus escritos- que la enfermedad se ha intensificado y empeorado verdaderamente por el remedio, si el remedio es exactamente similar; pero si pasamos de las medicinas en sustancia hasta llegar al grupo de las 30, obtendremos acciones cada vez mas suaves y que tiene una acción curativa más profunda, y cuanto más pequeña sea la dosis de la medicina homeopática, tanto menos y más corta será la agravación”

     “...A veces es lo cierto que después de la tercera o cuarta potencia de Belladonna en una congestión violenta del cerebro, la agravación es violenta, y si la medicina no se interrumpe, el niño morirá . La propia enfermedad parece agravada, y el niño parecerá tan susceptible a Belladonna, que diríase que los síntomas del medicamento se han añadido a los de la enfermedad; pero con la potencia 30, como observa Hahnemann, esta agravación es ligera y de corta duración. “

     “...Es también lo cierto que algunas veces, a pesar de esta agravación, el paciente dice de uno u otro modo que él se encuentra mejor.
Esta agravación se prolonga innecesariamente por la administración de potencias demasiado bajas; también se prolonga por la repetición de dosis.
Recientemente he observado un estado debido a dicha repetición: Envié a una mujer joven, verdaderamente robusta, de veinte años, una dosis de Bryonia para tomarla en seco sobre la lengua, pero ella la disolvió en agua y estaba tomándola así cuando, al final del segundo día, me mandaron a buscar, ya que entonces parecía que iba a tener ella una neumonía. Tenía una tos dura , y seca. «Qué tiene mi hija, señor doctor?. ¿Se va a morir?.» En realidad estaba haciendo una comprobación de la patogenesia de Bryonia. Suspendí el medicamento y a la mañana siguiente estaba bien. Esto se ha visto muchísimas veces, cuando la medicina era verdaderamente similar. Si la medicina no es del todo similar, sino sólo lo es parcialmente, puede quizás ser aún lo suficiente similar para realizar una curación, pero no se verán los resultados de que ahora hablo. Esto sólo se puede observar cuando se hacen prescripciones exactas y se hace este trabajo de prescripción lo mejor posible; sólo así se ven estas cosas en las mejores constituciones.
     Naturalmente que la explicación de esto es que la paciente es igualmente sensible para la medicina que ha de curarla, como lo es para la enfermedad que padece. Así empeoran los estados enfermos por las repeticiones innecesarias y por no emplear dosis lo suficientemente pequeñas, es decir, las dosis que más se alejen de la sustancia en bruto. La tercera. la cuarta o la sexta potencias son muy peligrosas cuando se sabe prescribir muy bien. Cuando se prescribe mal, se demuestra poco de cualquier cosa. Naturalmente que cada día iréis prescribiendo potencias más y más altas cada vez, para apartaros lo más posible de lo que parece ser una dosis venenosa.”

     “...Se nos acusa hoy día de habernos apartado de Hahnemann. Hahnemann escribió, en una época de su vida, que la 30 potencia era lo suficientemente alta y lo suficientemente baja. Fácilmente se puede ver que debió haber sido en un periodo prematuro de sus investigaciones cuando hizo la observación de que la potentización debía terminar en algún punto.”

     “...Ahora bien, si tomamos la 200 potencia y encontramos que agrava; si tomamos la 50 M. y encontramos que agrava; si tomamos la C. M., la M. M., etc., y encontramos que también agravan, que todavía tienen fuerza para intensificar los síntomas, el remedio tiene aún poder curativo. Si tenemos la potencia tan alta que ya no sea capaz de producir una agravación de los síntomas, podemos entonces estar seguro de que ya no queda fuerza alguna medicinal. Tenemos ya la 13 M. M., y todavía no estamos al final”.

     “...Lo que no hemos dicho nunca es que todas las potencias sean convenientes para cualquier caso. La potencia debe corresponder con el estado del paciente. Si jamás encontramos una persona que se agrava con sus síntomas, de una manera positiva y definida, aquella potencia debe ser comprobada.”

     “...¿Puede cabernos ahora duda alguna de lo que quería decir Hahnemann cuando habló de las dosis más pequeñas?. ¿Puede haber alguna duda que él quería decir atenuar y atenuar cada vez más alto hasta llegar a aquel punto en que no podemos observar la más ligera agravación de los síntomas?.”

     “Hahnemann presenta como dosis medicamentosa la que es capaz de producir una agravación de los síntomas. Vemos que no limita la atenuación, sino que la conceptúa ilimitada, y el final nunca encontrado.”

     “Por la experiencia de las clínicas. y considerando las cosas maravillosas que hemos repasado en las doctrinas, vemos que tenemos muy poco que haber con las dosis, pues hay una gran amplitud y extensión maravillosa en la cuestión de estas dosis, y vemos también que no podemos sentar ninguna regla fija en cuanto a la mejor potencia para el uso.
     De todo lo que hemos estudiado deberíamos sentar bien claramente, que la potencia trigésima es lo suficientemente baja para empezar el tratamiento de cualquier enfermedad aguda o crónica, pero donde está el límite no hay mortal que lo pueda saber. Es preciso que sigamos las series para llegar a los mismos estados interiores que existen en grados en la medicina. Las diferentes potencias son distintas una de otra, algunas están muy apartadas la una de la otra, y sin embargo, conectadas invariablemente.”

     Volvemos a Hahnemann.

     Parágrafo 160:
     “Pero como la dosis de un remedio homeopático apenas puede hacerse tan pequeña que no sea capaz de aliviar, de dominar, de curar, a la verdad, completamente y destruir la enfermedad natural no complicada y de no muy larga duración, que sea análoga a él, se comprende porque una dosis de un medicamento homeopático apropiado, produzca siempre, durante la primera hora de su ingestión, una visible agravación homeopática de esta clase (*).
(*) “Esta preponderancia de los síntomas medicinales sobre los síntomas morbosos naturales, que simula una exasperación de la enfermedad, ha sido observada también por otros médicos, cuando la casualidad le hacía elegir un remedio homeopático. Cuando el sarnoso, después de haber tomado el azufre, se queja de que se le aumenta la erupción, el médico que no sabe la causa de ello, le consuela diciéndole que es menester que salga toda la sarna antes de poder curarla, pero ignora que es un exantema producido por el azufre, que toma la apariencia de una exasperación de la sarna. Leroy (Helk für Mütter,  pag. 406), asegura que viola tricolor empezó por empeorar una erupción de la cara, cuya curación produjo después.; pero no sabía que este aumento aparente del mal proviniese únicamente de que se había administrado a muy fuerte dosis el medicamento, que en este caso era homeopático. Lysons (Med. Transac., vol II, Londres 1772), dice que «las enfermedades de la piel que mejor ceden a la corteza del olmo, son las que esta sustancia hace aumentar al principio». Si el no hubiese administrado, según acostumbra la medicina alopática, la corteza del olmo a dosis enormes, sino que, como lo exige su carácter homeopático, la hubiese hecho tomar a dosis extremadamente débiles, los exantemas contra las cuales la prescribía hubieran curado sin experimentar este aumento de intensidad aparente de la enfermedad o hubiese sido muy poco pronunciado (agravación homeopática).”

Esto refuerza el concepto de cuanto mas pequeña o débil, significa, cuanta mas alta dinamización.

     Parágrafo 161:
     “Al limitar aquí la llamada agravación homeopática, o más bien, la acción primaria del medicamento homeopático que parece aumentar algo los síntomas de la enfermedad primitiva, a la primera o primeras horas, sin duda es cierto respecto a las enfermedades de carácter más o menos agudo y de origen reciente, pero cuando medicamentos de acción larga tienen que combatir una enfermedad de mucho o muchísimo tiempo, no debe presentarse el aumento aparente de la enfermedad original, si el medicamento exactamente elegido fue administrado en dosis apropiada pequeña que gradualmente se eleva; modificada cada una de ellas con cada nueva dinamización (parágr. 247). El aumento de los síntomas primitivos de la enfermedad crónica solo puede presentarse al final del tratamiento cuando la curación está casi o completamente terminada.”      

Volvamos a parte del Parágrafo 248:

     “Con este fin potentizamos de nuevo la solución medicinal (*) (con 8, 10, 12 sucusiones) de la que damos al enfermo una o (en aumento) varias cucharaditas, en las enfermedades de larga duración diariamente o cada dos días, en las agudas cada dos o seis horas y en casos muy urgentes cada hora o con más frecuencia. Así en las enfermedades crónicas todo medicamento homeopático correctamente elegido, aún aquel cuya acción sea de larga duración, debe repetirse diariamente por meses con éxito siempre creciente. Si la solución se agota (de siete a 15 días), es necesario añadir a la siguiente solución del mismo medicamento, si todavía está indicado, uno o (aunque raramente) varios glóbulos de una potencia más alta con la cual se continuará mientras el paciente siga mejorando, sin que se presente uno u otro sufrimiento que nunca hubiese tenido antes, durante su vida. Si esto acontece, si el balance o saldo de la enfermedad aparece en un grupo de síntomas alterados, modificados, entonces debe escogerse otro medicamento más homeopático relacionado al caso, en lugar del último, y administrarlo en las mismas dosis repetidas, teniendo cuidado, sin embargo de modificar la solución de cada dosis con sucusiones vigorosas y completas, para cambiar y aumentar su grado potencial.

 Por otra parte, aparecerá alguna vez durante la repetición casi diaria del remedio homeopático bien elegido, y hacia el fin del tratamiento de una enfermedad crónica, la llamada agravación homeopática, en la cual los síntomas morbosos parecen aumentar algo otra vez (la enfermedad medicinal, semejante a la natural, es la que ahora se manifiesta por sí misma). En este caso las dosis deben entonces disminuirse todavía más y repetirla a largos intervalos y quizás suspenderlas varios días a fin de ver si la convalecencia no necesita más ayuda medicamentosa. Los síntomas artificiales producidos por el exceso de medicamento homeopático desaparecerán pronto y dejarán la salud en perfecto estado.”
(*)Hecha en 40, 30, 20, 15 o 8 cucharadas grandes de agua alcoholizada o con un pedazo de carbón en ella con el fin de evitar su descomposición. Si se usa el carbón, éste se mantendrá suspendido dentro del frasco con un hilo. Cuando se sacuda el frasco se saca el carbón. La solución del glóbulo medicinal (es raro que se tenga que usar más de un glóbulo) de un medicamento completamente potentizado en una gran cantidad de agua, puede evitarse haciendo una solución en sólo 7 u 8 cucharadas de agua y después de la sucusión completa del frasco, tomar de él una cucharada y ponerla en un vaso de agua (7 u 8 cucharadas), agitarlo muy bien y dar al paciente una dosis. Si el paciente es muy sensible y excitable, se pone una cucharadita de esta solución en un segundo vaso de agua, se agita muy bien y se da una cucharadita o más por dosis. Hay pacientes tan sensibles que se necesita preparar en esta forma un tercero o cuarto vaso. Cada vaso de estos debe prepararse cada vez que se necesita. El glóbulo de alta potencia mejor es triturarlo en azúcar de leche, que pondrá el paciente en un frasco y disolverá en la cantidad de agua necesaria.”

     Aquí la referencia a la sensibilidad o hipersensibilidad  puede ser entendido también como parte de una agravación homeopática y la medida a tomar es según señala aquí Hahnemann, en otras palabras, subir la dinamización.

     Parágrafo 278:
     “Se trata ahora de saber cuál es el grado de exigüidad que más conviene para dar a la vez el carácter de certeza y de suavidad a los efectos benéficos que se quiere producir, es decir, hasta qué punto se debe disminuir la dosis del remedio homeopático en un caso dado de enfermedad para obtener la mejor curación. Para resolver este problema y para determinar de cada medicamento en particular qué dosis bastaría para los fines terapéuticos homeopáticos, dosis que al mismo tiempo sean lo bastante pequeñas de modo que la curación se obtenga suave y rápidamente, para resolver este problema, como se concibe fácilmente, no sirven de nada las especulaciones teóricas, ni los razonamientos alambicados ni los sofismas especiosos, sólo los experimentos puros, la observación cuidadosa de cada enfermo y la experiencia exacta pueden determinar esto en cada caso individual. Sería absurdo oponer las grandes dosis de medicamentos (alopáticos) inadecuados de la escuela antigua, que no impresionan homeopáticamente las partes enfermas del organismo, sino sólo los que la enfermedad no ataca, a las pequeñas dosis que se requieren para la curación homeopática, según demuestra la experiencia pura.”

     Parágrafo 279:
     “Esta experiencia pura demuestra UNIVERSALMENTE que si la enfermedad no depende manifiestamente de la alteración considerable de una víscera importante (aún cuando la enfermedad sea crónica y complicada) y si durante el tratamiento se separa toda influencia medicinal extraña, la dosis del remedio homeopático en alta potencia,  para principiar el tratamiento de una enfermedad importante, especialmente crónica, nunca deberá ser tan pequeña que resulte menos fuerte que la enfermedad natural y no pueda dominarla, al menos en parte, y suprimirla de la sensación del principio de vida y de esta manera principiar una curación.”

     Parágrafo 280:
     “La dosis de un medicamento que ha demostrado ser útil sin producir nuevos síntomas molestos, debe continuarse su empleo elevándolo gradualmente hasta el momento en que el paciente aliviado en general, comienza a sentir en forma moderada el retorno de uno o varios de los antiguos sufrimientos originales. Esto indica la curación próxima por medio de la elevación gradual moderada, modificada por la sucusión en cada vez (parágr. 247). Indica que el principio vital ya no necesita ser afectado más tiempo por la enfermedad medicinal semejante con el fin de borrar la sensación producida por la enfermedad natural (parágr.148). Indica que el principio vital libre ahora de la enfermedad natural, comienza a sufrir algo de la enfermedad medicinal lo que es conocido hasta ahora como agravación homeopática.”

     Parágrafo 281:
     “Con el fin de convencerse de esto se deja al paciente sin ningún medicamento por ocho, diez o quince días, dándole, entre tanto, sólo algunas tomas de azúcar de leche en polvo. Si los últimos pequeños sufrimientos se deben al medicamento que simula los síntomas de la enfermedad original, entonces aquellos desaparecerán en pocos días u horas. Si durante estos días de abstención medicamentosa y siguiendo una vida higiénica no se presenta nada de la primitiva enfermedad, probablemente ésta está curada. Pero si en los últimos días se presentan huellas de los síntomas patológicos anteriores, son restos de la enfermedad original que no ha sido extinguida completamente, y debe tratarse con renovadas potencias más altas del remedio como ya se dijo. Para obtener una curación debe irse elevando gradualmente la pequeña dosis inicial, pero poco y más lentamente en pacientes cuya evidente irritabilidad es muy grande, que en aquellos de menos irritabilidad en quienes el avance en elevar la potencia puede ser más rápida. Hay pacientes cuya impresionabilidad comparada con los de poca susceptibilidad, está en la proporción de 1.000 a 1.”

     Aquí  surge una aparente contradicción en relación a los pacientes hipersensibles con respecto a lo señalado en el apartado del parágrafo 248, donde señala como medida, elevar la dinamización, mientras aquí, en el 281, advierte de su eventual riesgo.
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     Parágrafo 282:
     “Será un signo cierto de que la dosis ha sido en absoluto demasiado grande, si durante el tratamiento, especialmente de las enfermedades crónicas, la primera dosis provoque la aparición de la llamada agravación homeopática, es decir, el aumento marcado de los síntomas morbosos originales que se observaron al principio. De la misma manera se presentará la llamada agravación homeopática con cada dosis repetida aunque sea de un medicamento modificado hasta cierto punto por la sucusión antes de administrarlo (es decir, en dinamización más alta) (*).”
(*)La regla de comenzar el tratamiento homeopático de las enfermedades crónicas con la dosis más pequeña posible y aumentarla sólo gradualmente, está sujeto a una excepción notable en el tratamiento de los tres grandes miasmas mientras sus manifestaciones están en la piel, p. ej. la erupción reciente de sarna, el chancro no mediado (en los órganos sexuales, boca, labios, etc.), y las verrugas. Estas enfermedades no solamente toleran, sino en verdad reclaman desde muy al principio grandes dosis de sus remedios específicos, de cada vez más alto grado de dinamización diariamente (posiblemente también varias veces al día). Si se sigue este procedimiento no se tendrá miedo, como en el caso del tratamiento de las enfermedades ocultas que la dosis excesiva al mismo tiempo que extinga la enfermedad, produzca y sostenga posiblemente una enfermedad crónica medicinal. No es este el caso durante la manifestación externa de estos tres miasmas; por el progreso diario de su tratamiento se puede observar y juzgar a qué grado las grandes dosis borran día por día las sensaciones patológicas del principio vital. Ninguno de estos tres miasmas pueden curarse sin que den al médico la convicción de que ya no se necesitan por más tiempo estos medicamentos.
     Puesto que en general las enfermedades no son sino una perturbación dinámica del principio vital y no nada material -materia peccans- (como la escuela antigua ha forjado en su imaginación por miles de años y tratado las enfermedades conforme a su error), nada hay con consiguiente que expulsar, nada material que sacar, quemar, ligar o cortar, sin que se haga al paciente un enfermo crónico y más incurable (Enf. Crón.- Part. 1), que antes de instituirse este tratamiento de estos tres miasmas. El principio dinámico antagónico que ejerce su influencia sobre la energía vital, es la esencia de estos signos externos del miasma maligno interno que sólo puede extinguirse por medio de medicamentos que obran sobre el principio vital de una manera semejante, pero más fuerte y así borran la sensación interna y externa de la enfermedad dinámica de tal modo que ya no existe para el principio vital (para el organismo) libertando al paciente de su enfermedad y curándole.
Sin embargo, la experiencia enseña que la sarna y su manifestación externa, así como el chancro junto con el miasma venéreo interno, pueden y deben curarse sólo con medicamentos específicos administrados internamente. Pero las verrugas si han existido por algún tiempo sin medicarles, necesitan, para su curación perfecta, la aplicación externa de su medicamento específico al mismo tiempo que su administración interna.

     Del Tratado de las Enfermedades crónicas:

     “No debe preocuparnos mayormente el que los síntomas habituales se agraven y que se vuelvan prominentes durante los primeros días si, aunque persistan por algunos días más, sea evidente que declinan. Esta agravación homeopática es indicio de que la curación ha comenzado (en lo que concierne a los síntomas que así se agravan) y da certidumbre a este respecto.
     Pero si estos síntomas originarios que se han agravado persisten durante los días subsiguientes con igual intensidad que al comienzo, o hasta ganan en severidad, ello será  indicio de que la dosis del remedio homeopático ha sido excesiva, aunque el remedio hubiera sido seleccionado con propiedad de acuerdo a los principios de la Homeopatía y es preciso que se comprenda que ninguna curación puede esperarse de él. La medicina dada en dosis tan grande por cierto que puede llegar a establecer alguna enfermedad que será similar a su acción: dado que el medicamento provoca acción de tal intensidad también desarrollará sus otros síntomas, los que anulan la similitud y así llega a producir una enfermedad crónica disímil que substituye a la primera y que por cierto resultará más severa y perturbadora sin que ello implique que la anterior, la originaria, haya quedado extinguida.
Esto quedará  aclarado en los próximos dieciséis, dieciocho o veinte días de acción del remedio que fuera dado en dosis excesiva y su acción será contrarrestada, ya sea administrando su antídoto o, en caso de que éste no hubiera sido hallado aún, prescribiendo otra medicina antipsórica, la más adecuada posible y por cierto que en dosis muy moderadas; si esto no bastare para extinguir tan agresiva enfermedad medicamentosa, deberá darse otro remedio, tan homeopáticamente adecuado como sea posible.

     Yo he experimentado accidentes de este tipo que llegan a constituirse en obstáculos serios para la curación y respecto de los cuales el mayor cuidado jamás resultará excesivo. Cuando aún desconocía toda la potencia de su poder medicinal, prescribí Sepia en dosis excesiva: la perturbación fue mayor aún cuando di Lycopodium y Silicea «potentizados» hasta el grado billonésimo, en dosis de cuatro a seis gránulos, aunque sólo eran del tamaño de las semillas de amapola. ­Discite moniti!
«­Aprended de la advertencia!».

     Cuando la turbulenta agresión provocada por la acción de la dosis medicinal homeopática excesiva se haya apaciguado por acción del antídoto o el posterior empleo de otros remedios antipsóricos, entonces y transcurrido cierto tiempo, podrá  prescribirse nuevamente aquel remedio antipsórico -el que había resultado perjudicial tan sólo por la enormidad de la dosis- siempre que siga siendo el indicado homeopáticamente y siempre que se lo prescriba en dosis mucho menor y en atenuación dinamizada mucho más alta, lo que equivale a decir en preparación más atenuada.”

     “La experiencia enseña que cuando la mejoría se ha mantenido durante varios días, habrá  períodos de media hora hasta de varias horas de duración en que el caso parecerá haberse agravado; y en tanto no se presenten síntomas nuevos y severos sino tan sólo renovaciones de las afecciones primitivas y se mantenga la mejoría, serán únicamente agravaciones homeopáticas que no impiden la curación, sino que la favorecen, puesto que no son más que asaltos renovados y benéficos que sufre la enfermedad y ellos pueden exteriorizarse hasta los dieciséis, veinte o veinticuatro días posteriores a la ingestión del medicamento antipsórico.
 No obstante, si el remedio antipsórico fue correctamente seleccionado en cuanto a su homeopaticidad y la dosis fue moderada, estos ataques serán cada vez más raros y más débiles en tanto continúe su acción; pero si la dosis hubiera sido excesiva, se presentarán con más frecuencia y más intensidad, en detrimento del paciente.
     En consecuencia, es regla general que un medicamento antipsórico administrado en caso de enfermedad crónica, continúe su acción durante mayor tiempo cuanto más prolongada y tediosa sea la enfermedad. Y a la inversa, medicinas que en el cuerpo sano han mostrado acción duradera (como Belladonna, Sulphur, Arsenicum, etc.) actúan rápida y brevemente en casos de enfermedades agudas que recorren velozmente su curso y esos períodos de acción son más breves cuanto más agudas son las enfermedades. En consecuencia, tratándose de enfermedades crónicas, el médico debe permitir que el remedio antipsórico actúe durante treinta, cuarenta y cincuenta días, sin interferirlo y hasta más tiempo aún en tanto continúe mejorando perceptiblemente, aunque sea con lentitud, el cuadro general a juicio de quien observe profundamente, porque simultáneamente continuarán los efectos benéficos que resultan de la dosis prescrita, que no deben ser perturbados ni obstaculizados por algún otro remedio.”


Repasemos algunos conceptos vertidos:

     En primer lugar, tener presente que una agravación homeopática es un signo de buen pronóstico por definición, ya que  la evolución posterior del cuadro es hacia la curación.
     Recordemos que la enfermedad artificial medicamentosa, tiene que ser siempre algo mas fuerte dinámicamente que la enfermedad natural para poder curar
     En segunda instancia, es necesario distinguir si estamos frente a una agravación homeopática o frente a un empeoramiento real del paciente. Si la evolución posterior no es hacia la curación no se trata de una agravación homeopática.

     Una curación puede eventualmente ir acompañada de la aparición de síntomas patogenéticos, nuevos para el paciente, como señalan Hahnemann y Kent. En ese caso puede darse agravación homeopática de síntomas preexistentes y aparición de nuevos síntomas del remedio.

     Lo importante es reconocer la dirección que toma el cuadro posteriormente a esta crisis, que como señala Kent, es muchas veces necesaria para la curación.
     No hay que olvidar la posible aparición de síntomas exonerativos en toda evolución, lo que nos recuerda  siempre tener presente la Ley de curación como guía.

     Respecto al momento de aparición de una agravación homeopática:
Es variable.
En enfermedades agudas suele aparecer al poco de iniciado la administración del remedio, siendo de buen pronóstico.
En las enfermedades crónicas, con el método plus, Hahnemann señala habitualmente su aparición cerca del final del tratamiento, momento en el cual los síntomas que se intensifican son los de la enfermedad artificial medicamentosa, recomendando entonces suspender el remedio. Si luego de unos días desaparecen los síntomas es señal que la curación se ha completado.
Kent, utilizando dosis únicas centesimales, señala la posible aparición de agravación homeopática no necesariamente al final del proceso curativo.
     Con respecto al proceder frente a una agravación homeopática la regla es clara:
Suspender la administración del medicamento.
Si se trata de una agravación homeopática la evolución posterior será hacia la curación. Si aún quedasen rastros de enfermedad luego de un tiempo, retomar como señala Hahnemann el caso.

     Respecto a las potencias, toda potencia o dinamización que agrava en un sentido homeopático es potencialmente curativa.
Tanto Hahnemann como Kent señalan que no hay reglas preestablecidas para el uso de las potencias y debe adecuarse en general a cada caso.
     No obstante el esquema base que sugieren es comenzar con potencias bajas como la 30 centesimal, e ir progresivamente aumentando. El hecho de no saltar a muy altas potencias de entrada, apunta entre otras razones a evitar  que “se pase”,  es decir, que no logre ser mas fuerte que la enfermedad natural, no provocando tampoco agravación homeopática.
     Kent plantea que cada potencia ayuda a cumplir etapas del proceso curativo, por lo que aconseja junto a Hahnemann un ascenso gradual de las mismas.

     Respecto al término dosis, Hahnemann en algunos parágrafos lo utiliza como sinónimo de potencia, lo que crea cierta confusión. Pareciera desprenderse de su lectura que en ocasiones no solo la potencia es la causa de la agravación sino también específicamente la dosis, es decir, modo y frecuencia de administración. La distinción entre ambos términos se observa en párrafos como éste :“siempre que se lo prescriba en dosis mucho menor y en atenuación dinamizada mucho más alta, lo que equivale a decir en preparación más atenuada.”

     Respecto a los hipersensibles, los parágrafos 248 y 281 sugieren una aparente contradicción: el 248 propone elevar la dinamización y el 281 advierte su eventual riesgo.    
Vale señalar que la hipersensibilidad es un concepto distinto al de agravación homeopática.
Generalmente se considera hipersensible aquel individuo que es sensible y experimenta patogenéticamente varios medicamento que se le indica.
Kent señala a propósito:
     “Sustancias minerales que son absolutamente inicuas en un plano material, pueden llegar a ser venenosas en un plano dinámico, cuando el paciente es hipersensible. Hay personas que pueden beberse un vaso de leche con toda la impunidad y nutrirse de ella; pero en quienes una gota de leche potentizada a un alto grado y repetida más allá de su estado homeopático producirá un miasma que durara años. Un experimentador de Lac caninum tenía un ataque de los síntomas del remedio, periódicamente. Era una persona hipersensible y comprobaba la medicina indistintamente, y siempre después ha sufrido sus efectos venenosos, mientras que si le hubiese administrado prudentemente, la enfermedad se hubiera establecido sobre el cuerpo igual que cualquier otro miasma agudo, hubiera seguido su curso y desaparecido. Es imprudente hacer experimentaciones de esta manera sobre individuos supersensibles
Si un paciente es hipersensible, hay que evitar el empleo de la C. M, y otras potencias muy altas que harían enfermar al paciente y usar en cambio la 30 y la 200.”

Kent se inclina por las dosis bajas y únicas en los hipersensibles.
No obstante la aparente contradicción entre los dos parágrafos mencionados no queda aclarada.




¿Antídotos ?

  

     Actualmente el concepto de antídoto no tiene en homeopatía mucha resonancia. No se considera en general una substancia como antídoto habitual de otra sino que en casos de mala prescripción se debe tomar el cuadro resultante del paciente y prescribir otro medicamento para esa nueva totalidad.

     Parágrafo 167:
     “Así pues si el uso del remedio imperfectamente homeopático, que se emplea al principio, acarrea males accesorios de alguna gravedad, no se aguarda en las enfermedades agudas, a que a la primera dosis haya cumplido del todo su acción; antes que esto suceda se examina de nuevo el estado modificado del enfermo, y se une lo que queda de los síntomas primitivos a los síntomas recientemente aparecidos, para formar una nueva imagen de la enfermedad.

     Parágrafo 168:
     “Entonces se estará en aptitud de descubrir con mayor prontitud, entre los medicamentos conocidos, uno análogo al estado morboso que se tiene a la vista del cual una sola dosis, si no destruye por completo la enfermedad, la hará avanzar considerablemente en el camino de la curación. Y así se continúan, y si este medicamento no fuese por completo suficiente para efectuar el restablecimiento de la salud, se examina repetidas veces el estado morboso que aún persiste y se escoge un medicamento homeopático lo más apropiado posible, hasta que se consiga el objeto, es decir, hasta poner al paciente en posesión de una salud perfecta.”


     Parágrafo 249:
     “Todo medicamento que prescrito para un caso dado produce en el curso de su acción síntomas nuevos y perturbadores que no pertenecen a la enfermedad en tratamiento, no es capaz de realizar una mejoría efectiva, (*) y no puede considerarse como elegido homeopáticamente; se debe, también en el caso de que la agravación sea considerable, neutralizar primero parcialmente tan pronto como sea posible con un antídoto, antes de dar el medicamento siguiente elegido con más cuidado conforme a la similitud de acción; y si los síntomas molestosos no fuesen demasiado violentos, el siguiente remedio debe darse inmediatamente, con el fin de que reemplace al que fue impropiamente elegido (**).”

(*) “Como la experiencia demuestra que la dosis de un medicamento homeopático especialmente apropiado, no puede ser tan pequeña al grado de que no produzca una mejoría perceptible en la enfermedad, se obraría sin razón y se perjudicaría cuando al no haber alivio, o si lo hubiese fuese muy ligero seguido de agravación, se repitiese o aumentare la dosis del mismo medicamento, como se hace en la antigua escuela, bajo la creencia errónea de que no fué eficaz por su pequeña cantidad (su demasiada pequeña dosis). Toda agravación por la producción de síntomas nuevos, cuando nada desfavorable ha ocurrido en el régimen mental o físico, demuestra invariablemente que el medicamento dado anteriormente no es apropiado al caso, pero nunca indica que la dosis ha sido demasiado pequeña.”

(**) “El médico bien documentado y cuidadoso a conciencia, nunca se verá obligado a usar en su práctica ningún antídoto si es que ha dado, como debería de ser, el medicamento elegido en la más pequeña dosis posible. Semejante dosis infinitesimal del remedio mejor elegido restablecerá el orden completamente.”