Parte 23 - Los síntomas característicos




Los síntomas característicos

     Luego de realizada la historia clínica, el siguiente paso consiste en la jerarquización de los síntomas que nos  orienten hacia el remedio mas conveniente al caso.
De todos los síntomas extraídos de la historia, Hahnemann prioriza, como menciona en los parágrafos 104 y 209 mencionados en el anterior capítulo, aquellos que denomina característicos por su condición de ser “más notables, singulares, extraordinarios y peculiares”. Sobre estos síntomas apoya esencialmente la búsqueda del remedio.
Vayamos a los parágrafos correspondientes:

     Parágrafo 153:
     “En esta búsqueda de un remedio homeopático específico, es decir, en esta comparación de los síntomas colectivos de la enfermedad natural con la lista de síntomas de los medicamentos conocidos, a fin de encontrar entre estos un agente morbífico artificial que corresponda por semejanza a la enfermedad que hay de curar, debemos tener en cuenta principal y únicamente los signos y síntomas (*) del caso patológico, más notables, singulares, extraordinarios y peculiares (característicos); porque estos son principalmente los que deben corresponder con los muy semejantes en la lista del medicamento elegido,  para que éste constituya el más apropiado para realizar la curación. Los síntomas más generales e indefinidos, como la pérdida del apetito, cefalalgia, debilidad, sueño inquieto, malestar general, etc., merecen poca atención cuando presentan este carácter vago e indefinido y si no pueden describirse con más exactitud, pues en casi todas las enfermedades y en casi todas las drogas se observan síntomas de la misma naturaleza general.”
(*) “El Dr. von Bonninghausen, ha prestado un gran servicio a la Homeopatía, con la publicación de los síntomas característicos de los medicamentos homeopáticos y su Repertorio, lo mismo que el Dr. J.H.G. Jahr, con su manual de síntomas principales.”

     Parágrafo 154:
     “Si el prototipo formado con la lista de síntomas del medicamento más apropiado posee los síntomas peculiares, extraordinarios, singulares y notables (característicos) que se encuentran en gran número y con gran semejanza en la enfermedad que se trata de curar, este medicamento es el remedio homeopático específico más apropiado para este estado morboso; si la enfermedad no es de muy larga duración, será generalmente removida y extinguida, sin gran molestia, por la primera dosis del medicamento.”

     Parágrafo 164:
     “El corto número de síntomas homeopáticos existente en el medicamento mejor elegido, no es obstáculo para la curación en los casos en que estos pocos síntomas medicinales sean sobre todo extraordinarios y especialmente distintivos (característicos) de la enfermedad. La curación tiene lugar bajo estas circunstancias sin ninguna molestia particular.”

     Parágrafo 165:
     “No obstante, si entre los síntomas del remedio elegido no hay ninguno que se parezca exactamente a los síntomas distintivos (característicos), peculiares, extraordinarios del caso patológico, y si el remedio sólo corresponde a la enfermedad en su estado general, vagamente descrito e indefinido (náusea, debilidad, cefalalgia, etc.), y entre los medicamentos conocidos no lo hay mas homeopáticamente apropiado, en ese caso el médico no puede esperar ningún resultado favorable inmediato del empleo de este medicamento no homeopático.”

     Parágrafo 166:
     “Sin embargo, tal caso es muy raro, debido al aumento del número de medicamentos cuyos efectos puros son ahora conocidos, y si sucediese ésto, los malos  efectos resultantes de su uso, disminuirán cuando fuese elegido el medicamento siguiente de similitud mas exacta.”

     Parágrafo 178:
     “Algunas veces sucederá, sin duda, que este medicamento elegido observando estrictamente la ley homeopática, proporcione una enfermedad artificial semejante y apropiada para la destrucción de la enfermedad actual; y esto es mucho más probable que acontezca cuando estos pocos síntomas morbosos sean muy notables, determinados, extraordinarios y peculiarmente distintos (característicos).”

     Del Tratado de las Enfermedades Crónicas:

     “En consecuencia, los peores errores en que el médico puede incurrir son:

1º Considerar como exiguas las dosis que yo mismo (forzado por la experiencia) debí ir reduciendo progresivamente, luego de sucesivos ensayos; ellas han quedado indicadas en cada uno de los remedios antipsóricos;

2º Equivocarse en la selección del remedio;

3º Por apresuramiento, no permitir que la dosis actúe durante su lapso total.

     “Respecto del segundo error importante que se puede cometer al intentar curar alguna enfermedad crónica: seleccionar un medicamento que no sea homeopático, incurre en él el médico homeópata novicio (y me apena comprobar que muchos permanecen novicios durante toda su vida) por discernimiento insuficiente, por negligencia o por apego a la comodidad.
Además  de la conciencia infinita que es preciso poseer y ejercitar para restablecer la salud del hombre afectada por la enfermedad, el médico homeópata -si es que se propone actuar de modo que justifique tal denominación- debe investigar previamente todo el estado de salud del paciente, la causa interna hasta donde pueda ser rastreada y la causa de la persistencia de su afección, su modo de vivir, su estado corporal, mental y anímico, más todos sus síntomas (ver instrucciones en el Organon); recién entonces, y con gran cuidado, deberá  buscar en «Las Enfermedades Crónicas» así como en la «Materia Médica Pura» algún remedio que, por similitud, cubra al máximo posible todo lo observado o, a lo menos, lo más notable y característico, para lo cual deberá  guiarse por los síntomas peculiares; y para satisfacer este propósito no debe darse por satisfecho con haber consultado alguno de los repertorios ya existentes -negligencia demasiado frecuente- porque estos libros han sido escritos solamente con la intención de proporcionar someras indicaciones respecto de algún remedio al que se deba seleccionar, pero jamás lo eximirán de su obligación de explorar las enfermedades en sus mismos orígenes.

     Quien no se tome la molestia de recorrer este sendero en casos de enfermedades críticas y complicadas, poniendo en juego toda su perseverancia y toda su inteligencia y, en vez de ello se contente, para seleccionar un remedio, con las vagas indicaciones de los repertorios -lo que le permitirá  despachar con prontitud a un enfermo tras otro- no es digno del título honorífico de homeópata y sólo merece el de chapucero, alguien que por proceder así se verá en la necesidad de cambiar continuamente los remedios que receta, hasta que el paciente concluya perdiendo su paciencia puesto que sus dolencias empeoran continuamente por lo que se ve en la necesidad de desechar a semejante agravador de enfermedades; descrédito que afecta al arte médico aunque debería quedar limitado al discípulo indigno.

Este desdichado culto de lo que es fácil y cómodo (en la profesión que más conciencia y cuidado requiere) induce con frecuencia a los homeópatas noveles a prescribir remedios basándose en las propiedades (problemáticas generalmente) que se afirman respecto de su uso («ab usu in morbis») y que se enumeran en las introducciones de los mismos, método totalmente falso y que sabe fuertemente a alopatía, puesto que en tales exposiciones solamente se mencionan algunos pocos síntomas y sólo deberían servir para confirmar la selección que ya se hubiera hecho de conformidad con la acción pura de los medicamentos, pero jamás para decidir la selección de un remedio, que sólo puede curar cuando se lo emplea de acuerdo a la exacta similitud de sus síntomas homeopáticos. ­Y hasta autores hay, deploro tener que decirlo, que aconsejan seguir este empírico sendero de error! “
     La definición de Hahnemann de síntomas característicos es sumamente importante para el método homeopático, pero a la vez plantea un problema. Si bien los define como aquellos “más notables, singulares, extraordinarios y peculiares”, agregando en otros parágrafos “distintivos del caso patológico”, todos estos términos son pasibles de una interpretación subjetiva.
     Aún precisando la definición de estas cinco cualidades que da Hahnemann del síntoma característico, en la práctica frente a cada caso, el criterio de cada médico al respecto no será probablemente el mismo.

     El término singular tiene varias acepciones. Hace a la individualización y a la distinción entre lo común y lo extraordinario.  Ambas son consideraciones útiles.
Cuanto mas definidas las cualidades de un síntoma mas singular será. Habitualmente se llama a esto modalización. Por ejemplo, dolor de cabeza presivo de mañana al despertar, singulariza al síntoma común dolor de cabeza, y acota notoriamente el número de remedios de cubren patogenéticamente este síntoma, a diferencia del síntoma común dolor de cabeza que lo tienen muchos remedios.

     Qué es peculiar o singular en cada paciente implica un análisis profundo.
La singularidad o peculiaridad puede evaluarse por un lado en la frecuencia con que aparece en determinada patología.
Son singulares también aquellos síntomas que  no se presentan en todas las patogenesias y que solo algunos remedios provocan.
     Podemos distinguir síntomas singulares de la patología y singulares de la persona que no pertenecen a ninguna patología específica.
     Cuanto mas avancemos en el camino de la singularización mas afinado será el diagnóstico homeopático.
     Debemos aprender a captar lo distintivo de cada paciente, presente muchas veces en su cuadro patológico, pero que en realidad trasciende a éste involucrando siempre al paciente en su totalidad.
Alli radica el arte implícito en el método de la homeopatía.

     Respecto al término “notable” nos sugiere aquella condición o aspecto del caso que se destaca. Hahnemann no da mas detalle sobre el significado de notable, por lo cual queda sujeto al criterio del médico.
Lo mismo sucede sobre el término “extraordinario”.

Mas allá de las dificultades que entraña la búsqueda de los síntomas característicos, es importante rescatar el compromiso de la totalidad como condición de este análisis.
     En alguna oportunidad, asimilé los síntomas característicos a una combinación o cerradura, en donde los peculiares y singulares síntomas representan las partes de la combinación que darán lugar a encontrar la llave del remedio que abra paso a la curación.