Parte 29 - El Medicamento homeopático



El medicamento homeopático



     Este capítulo aborda las pautas que Hahnemann desarrolló en la preparación de los remedios homeopáticos: preparación de las tinturas madres, la importancia de la trituración y sucusión en el proceso de dinamización la escala centesimal, la LM y algunos intentos de explicar la acción del remedio.


Preparación de las tinturas madres


     Si bien los remedios provienen de los tres reinos: vegetal, animal y mineral, en los siguientes parágrafos Hahnemann expone específicamente el modo de obtener las tinturas madres vegetales.

     Parágrafo 264:
     “El verdadero médico debe estar provisto de medicamentos puros de fuerza inalterable, de manera que esté en actitud de confiar en su poder terapéutico y también de juzgar él mismo de su pureza.”

     Parágrafo 265:
     “Es un asunto de conciencia para él estar completamente convencido que en cada caso el paciente toma el medicamento conveniente, y por lo tanto debe darle el medicamento correctamente elegido y preparado, además, por él mismo.”

      Parágrafo 266:
     “Las cualidades medicinales de las sustancias que pertenecen a los reinos animal y vegetal son más notables en estado crudo (*).”
(*) “Las sustancias animales y vegetales crudas tienen más o menos virtudes medicinales, y pueden modificar el estado del hombre cada una a su modo. Las plantas y los animales de que se alimentan los pueblos civilizados tienen sobre los demás la ventaja de contener mayor cantidad de partes nutritivas, y de tener virtudes medicinales menos enérgicas, que todavía disminuyen por las preparaciones que se les hace sufrir, como la expresión del jugo nocivo, (la cazabe, en la América del Sur), la fermentación (la pasta de que se hace el pan, la de la colicostra, etc.), las fumigaciones, la cocción, la torrefacción, etc., que destruyen o disipan las partes a donde se adhieren estas virtudes medicinales. La adición de la sal (salazón) y del vinagre (salsas, ensaladas) producen también este efecto, pero resultan de ello otros inconvenientes.
Las plantas dotadas de las virtudes medicinales más enérgicas, se despojan igualmente de ellas en todo o en parte, con iguales o semejantes reparaciones. Las raíces del lirio cárdeno, del rábano silvestre, de peonía, y de arum, se hacen casi inertes por la desecación. El jugo de los vegetales más virulentos se reduce a una masa del todo inerte por la acción del calor que sirve para preparar los extractos ordinarios. Basta dejar en reposo por algún tiempo el jugo de la planta más peligrosa, para que pierda todas sus propiedades; por sí mismo pasa rápidamente a la fermentación vinosa, cuando la temperatura es moderada, y después se agría y en seguida se pudre, lo que acaba de destruir toda su virtud medicinal, el sedimento que entonces se deposita en el fondo no es más que una fécula inerte. Las hierbas verdes, puestas solamente en montones, pierden también la mayor parte de sus propiedades medicinales por la especie de exudación que sufren.”

     Parágrafo 267:
     “El modo más perfecto y seguro de extraer la virtud o parte medicinal de las plantas indígenas que pueden obtenerse frescas, consiste en exprimir el jugo, que se mezcla en seguida exactamente con partes iguales de alcohol de graduación tal que arda en la lámpara. Se deja en reposo la mezcla por espacio de veinticuatro horas, en un frasco bien tapado, y, después de haber decantado el líquido claro, en cuyo fondo se encuentra el sedimento fibroso y aluminoso, se le conserva para el uso medicinal (*). El alcohol que se ha añadido al jugo se opone desde luego al desarrollo de la fermentación que ya en adelante no puede efectuarse. Se conserva esta preparación en frascos bien tapados y lacrados para evitar la evaporación, y puestos al abrigo de la luz solar. De esta manera se mantiene (perfecta e inalterable) para siempre el poder medicinal completo de jugo de las plantas (**).”

(*) “Buchholz (Taschenb. f. Scheidroek. u. Apoth. a. d. J.,  1.815, Weinar, Abth. I, Vi) asegura a sus lectores ( y el cronista de su libro en la Leipziger Literaturzeitung, 1.816, Nº 82, no lo contradice), que este modo de preparar los medicamentos se debe a la campaña en Rusia (en 1.812) de donde fué traído a Alemania.
Conforme a la práctica noble de muchos alemanes de ser injustos hacia sus propios conciudadanos, el oculta que este descubrimiento y aquellas instrucciones que el cita con mis propias palabras, de la primera edición del Organón, parágr. 230 y la nota, proceda de mi, y que yo publiqué primero dos años antes de la campaña de Rusia (el Organón apareció en 1.810).            
     Algunas gentes preferirían atribuir el origen de un descubrimiento a los desiertos del Asia que a un alemán a quien pertenezca el honor: ¡O tempora! ¡O mores!.
Verdad es que en otro tiempo se mezclaba el alcohol con el jugo de las plantas, con el fin, p. ej. de conservarlas algún tiempo antes de preparar con ellas los extractos, pero nunca con la mira de administrarlos en esta forma.”

(**) “Aunque la mezcla de partes iguales de alcohol y de jugo recientemente exprimida sea generalmente la proporción más conveniente para precipitar la materia fibrosa y la albúmina, con todo hay plantas muy cargadas de mocosidad espesa (como Symphytum officinae, Viola tricolor, etc.), o de excesiva albúmina (como AEthusa cynapium, Solanum nigrum, etc.), que exigen ordinariamente doble cantidad de alcohol. Las plantas que son de jugo muy deficiente, como Oleander, Buxus, Taxus, Ledum, Sabina, etc., se deben machacar primero solas hasta formar una masa o pasta homogénea y húmeda y después mezclarla con doble cantidad de alcohol y así el jugo se combina con él, se puede prensar; estas plantas también pueden triturarse con azúcar de leche hasta la millonésima y después diluirlas y potentizarlas (ver parágr 271).”
     Parágrafo 268:
     “Las otras plantas, cortezas, semillas y raíces que no pueden obtenerse frescas, un médico prudente nunca se fiará de otro para proporcionárselas en polvo, sino que antes de usarlas en su práctica se convencerá de su pureza y de que están enteras y no preparadas (*).”

(*) “Para conservarlas en forma de polvos, se necesita una precaución no usada hasta el día en las boticas, donde no pueden guardarse, sin que se alteren, ni aún los polvos bien desecados de sustancias animales y vegetales aún en frascos bien tapados. Esto consiste en que las materias vegetales, aunque sean perfectamente secas, retienen todavía cierta cantidad de humedad, condición indispensable para la coherencia de su tejido, que no impide que la droga permanezca incorruptible mientras se conserva toda entera, pero que se hace superflua luego que se pulveriza. De aquí se sigue que una sustancia animal o vegetal que estaba bien seca cuando entera da un polvo ligeramente húmedo, que no tarda en alterarse y enmohecerse en los frascos, aunque estén bien tapados, si antes no se ha tenido el cuidado de privarlos de toda su humedad.
El mejor modo de conseguirlo es extender los polvos sobre un plato de hoja de lata de bordes elevados, que flota en un envase lleno de agua hirviendo (es decir, en baño de María), removiéndolos hasta que sus partes ya no se aglomeren y resbalen unas contra otras como arena fina, que con facilidad pueden convertirse en polvo. En este estado seco pueden conservarse los polvos para siempre inalterables en frascos bien tapados y sellados, con todo su poder o virtud medicinal primitiva, sin enmohecerse jamás ni engendrar gorgojos; teniendo el cuidado de ponerlos al abrigo de la luz en cajas o gavetas tapadas serán mejor conservados. Cuando el aire penetra en los frascos, o cuando están expuestos a la acción de los rayos del sol o de una luz muy fuerte, las sustancias animales y vegetales pierden cada día más sus virtudes medicinales, aunque estén enteras pero todavía más en forma de polvo.”




El poder de la fricción y la sucusión sobre

la dilución infinitesimal 


     Un punto trascendente en la preparación del remedio homeopático así como misterioso por su particular comprensión, es el poder medicinal que otorgan los procedimientos de fricción mecánica y sucusión posterior de la substancia medicinal en el agua, agua alcoholizada.
     Es tal la importancia de estas manipulaciones que Hahnemann remarca que una dilución que no sufrió la fricción y sucusión de la substancia es inerte medicinalmente.
     Compara el poder medicinal que se despierta en la fricción de una substancia antes inerte, a la cualidad magnética latente en el hierro que surge al ser friccionado con otra barra de acero.
Señala que así como esta propiedad magnética puede ser evaluable sólo en relación a otro material específico, en este caso otra barra de acero, las propiedades que se desarrollan a partir de la fricción y sucusión de una substancia medicinal muestran su particular incidencia solo sobre los seres vivos.
     Mas allá de intentar una explicación al fenómeno, Hahnemann escribe: “en modo alguno exijo fe ciega y tampoco pretendo que tal teorema sea comprendido. Tampoco yo lo comprendo. Es suficiente con que sea un hecho y nada más. Es únicamente la experiencia la que lo afirma y yo confío en la experiencia antes que en mi propia inteligencia.”

     No es la intención de este trabajo exponer las nuevas teorías del porqué de la acción del remedio homeopático. Es un complejo campo de investigación que intenta aproximarse a través de comprensiones tales como las que aporta la nueva física, mas allá que como señala Hahnemann, hay misterios de la vida que nunca serán totalmente develados, siendo en este caso lo importante en definitiva, saber que a pesar de la exigüidad de la dosis material,  los remedios curan.

     Parágrafo 269:
     “El método homeopático, por un procedimiento que le es propio y que nadie había ensayado antes que él, desarrolla las virtudes medicinales dinámicas de sustancias groseras, que les da a todas una acción profundamente eficaz (1*) y terapéutica, aún a aquellas que en el estado crudo no daban señal de la menor influencia medicinal sobre el cuerpo humano.
 Este cambio notable en las cualidades de las sustancias naturales desarrolla el latente poder dinámico (parágr.11), hasta entonces desconocido, como si hubiese permanecido oculto o adormecido, (2*) poder que influencia el principio vital y modifica el modo de ser de la vida animal (3*). Esto se realiza por acción mecánica sobre sus más pequeñas partículas frotando y sacudiendo y después de añadir una sustancia indiferente en polvo o líquida que las separe entre sí. Este proceso se llama dinamitar, potenciar (desarrollo del poder medicinal) y los productos son las dinamizaciones (*) o potencias en diferentes grados.”

(1*) “Mucho tiempo antes de descubrir esto, la experiencia había enseñado que podían producirse varios cambios en diferentes sustancias en estado natural por medio de la fricción, tales como el calor, la combustión, desarrollo de olor en cuerpos inodoros, magnetización del acero, etc. Pero todas estas propiedades determinadas por la fricción sólo se relacionaban a objetos inanimados; mientras que existe una ley de la naturaleza conforme a la cual se producen cambios fisiológicos y patogénicos en el cuerpo por medio de fuerzas capaces de cambiar el estado material crudo de las drogas, aún de aquéllas en que nunca se habían manifestado ninguna virtud medicinal. Esto se realiza por trituración y sucusión, pero con la condición de emplear un vehículo indiferente en determinadas proporciones. Esta notable ley física, y especialmente fisiológica y patológica de la naturaleza no había sido descubierta antes de mi época. No es de sorprender entonces que los actuales naturalistas y médicos (que la desconocían) no tuviesen fe en el poder mágico curativo de las pequeñas dosis de medicamentos preparados conforme a las reglas homeopáticas (dinamizadas).”

(2*) “Lo mismo se observa en una barra de acero de hierro, en la que no puede descubrirse la fuerza magnética latente oculta en su interior. Ambas barras después de forjadas y en posición vertical rechazan el polo norte de una aguja imantada con su extremidad inferior y atraen el polo sur con la otra. Esto es sólo una fuerza latente, pues ni las más finas partículas de hierro pueden extraerse o depositarse en alguna de las extremidades de la barra.
     Unicamente después de que la barra de acero está dinamizada, frotándola con una lima roma en una dirección, podrá volverse un imán poderoso y capaz de atraer el hierro y el acero y transmitir a otra barra de acero por contacto, y aún a alguna distancia, su poder magnético y esto en tanto mayor grado cuanto más se le ha frotado. Del mismo modo triturando las sustancias medicinales y por sacudimiento de sus soluciones (dinamización, potentización) se desarrollará y manifestará su poder medicinal oculto en ellas, y si se permite decirlo así, se espiritualizará la propia sustancia material.”

(3*) “Esto se refiere sólo al aumento y mayor fuerza en el desarrollo de su poder para producir cambios en la salud de los animales y del hombre, siempre que estas sustancias naturales en este estado de mejoramiento, se acerquen mucho a las fibras sensibles o se pongan en contacto con ellas (por ingestión u olfación). De la misma manera que una barra imantada especialmente si su fuerza magnética está aumentada (dinamizada) puede revelar su poder sólo con una aguja de acero cuyo polo esté cerca o la toque. El acero mismo permanece invariable en sus otras propiedades físicas y químicas y no puede producir cambios en otros metales (por ejemplo en el bronce), del mismo modo que los medicamentos dinamizados no pueden obrar sobre las sustancias inertes.”

(4*) “Diariamente oímos llamar sólo diluciones a las potencias medicinales homeopáticas, que son precisamente lo contrario, es decir, un verdadero descubrimiento que revela y manifiesta el poder medicinal específico oculto en las sustancias naturales, por medio de la fricción y sucusión. La ayuda de un medio escogido no medicinal, de atenuación, no es sino una condición secundaria.
La simple dilución, p. ej., la solución de un grano de sal, no será más que agua, pues el grano de sal desaparecerá en la dilución con gran cantidad de agua y nunca desarrollará poder medicinal, como sucede con nuestras bien preparadas dinamizaciones en que dicho poder es elevado a un punto maravilloso”.
     Del Tratado de las Enfermedades Crónicas:

     “Es de tanta importancia evitar los errores descriptos que hasta parece difícil que los médicos lleguen a considerarlos suficientemente. Estas verdades, puras y grandes, serán cuestionadas durante años y hasta por los mismos médicos Homeópatas y no llegarán a ser puestas en práctica debido a la especulación teórica y a las convicciones prevalecientes: «Enorme esfuerzo requiere admitir que algo tan diminuto, que una dosis tan prodigiosamente ínfima de medicamento, pueda cumplir algún efecto siquiera mínimo en el cuerpo humano y menos aún enfrentarse con esas enfermedades agobiantes, inmensamente vastas. Pero que el médico cese de razonar si le es imposible admitir que estas dosis, asombrosamente pequeñas, pueden actuar no ya por dos o tres días sino durante veinte, treinta y hasta cuarenta días y más aún, y provocar beneficios importantes hasta en el último día de su acción, efecto que en modo alguno es posible obtener de otro modo”.

     “No obstante, este auténtico teorema  difícilmente será  tenido en cuenta, ni siquiera por aquellos que deberían admitirlo y menos aún por quienes supongan que estoy requiriendo fe ciega; en modo alguno exijo fe ciega y tampoco pretendo que tal teorema sea comprendido. Tampoco yo lo comprendo. Es suficiente con que sea un hecho y nada más. Es únicamente la experiencia la que lo afirma y yo confío en la experiencia antes que en mi propia inteligencia. Mas, ¿quién podría arrogarse la capacidad de sopesar las fuerzas invisibles que hasta hoy han permanecido encerradas en el seno de la naturaleza si se llegare a liberarlas de su estado de materia inerte, materia aparentemente muerta, por algún procedimiento nuevo, desconocido hasta hoy, como es el de la dinamización mediante trituración minuciosa y sucusiones? Pero quien se rehuse a permitir que esta evidencia le convenza y, en consecuencia, se aparte del sendero que estoy recorriendo luego de muchos años de experiencia nacida de experimentaciones (y, ¿qué podría arriesgar el médico procediendo del mismo modo?), quien no proceda así no solamente habrá  dejado sin solución a este magno problema de nuestro arte; dejará también sin cura a las más importantes enfermedades crónicas, exactamente como han permanecido sin cura hasta que comencé a enseñar cómo hacerlo Nada más tengo que agregar a lo ya dicho. He sentido que era mi deber dar a conocer al mundo estas magnas verdades de las que tanto necesita y no me incumbe si a la humanidad le es posible observarlas cabalmente o no. Pero si no se las observare con exactitud, que nadie se jacte de estar siguiendo mis pasos, ni espere tampoco buenos resultados.”

     Del Prólogo del Tratado de las Enfermedades Crónicas:

     “Pero al dar a conocer al mundo este gran descubrimiento, lamento no poder desterrar de mí la duda sobre si mis contemporáneos comprenderán la secuencia lógica de éstas, mis enseñanzas, y si las seguirán cuidadosamente a fin de lograr, en consecuencia, los infinitos beneficios para la humanidad doliente que inevitablemente deben surgir si se las observa íntegramente y con exactitud o si, alarmados por la índole insólita de muchas de estas revelaciones, habrán de preferir hacerlas a un lado antes de haber comenzado a experimentarlas, tornándolas inútiles en consecuencia.
Ni siquiera puedo esperar, como mínimo, que estas importantes comunicaciones sean tratadas mejor de lo que ha sido la Homeopatía en general, la que he dado a conocer hasta hoy.          
     Debido al terco escepticismo concerniente a la eficacia de las dosis pequeñas y atenuadas que he explicado al mundo médico luego de un millar de experimentaciones que sirvieron de advertencia y eliminaron toda duda respecto de que así se alcanzaba eficacia máxima, los médicos -por desconfiar de mis aseveraciones y razones sinceras- han preferido continuar poniendo en riesgos a sus pacientes durante años prescribiendo dosis más y más grandes. Y es por causa de esta decisión que jamás llegan, a lo largo de su existencia, a observar los efectos curativos, tal como me ocurría a mí mismo antes de arribar a la disminución de las dosis. La causa de tal fracaso reside en que se pasa por alto que tales dosis, al ser atenuadas, son mucho más aptas para actuar homeopáticamente puesto que, sólo así, se desarrolla su poder dinámico de acción.
     ¿Qué hubieran arriesgado los médicos con haber observado de inmediato mis indicaciones y haber empleado dosis mínimas desde el comienzo? Podría haber ocurrido algo peor que resultaran ineficaces tales dosis? ­Por cierto que esas dosis no pueden dañar! Pero en su obstinada e insensata prescripción de grandes dosis en el uso homeopático sólo transitan, una y otra vez, senderos desviados que no llevan a la verdad y que ponen en peligro a sus pacientes, peligros a los que yo debí superar, por cierto que a veces con tremenda ansiedad, lo que me ha capacitado para ahorrarles iguales preocupaciones. Si realmente hubieran deseado curar, tal propósito les habría llevado a la misma meta a la que yo he llegado, la única verdadera, aun cuando causando muchos daños y al costo de malgastar parte de sus existencias.”



Escala y preparación centesimal



      La preparación en escala centesimal sigue siendo al día de hoy probablemente la mas extendida, a pesar de que en la 6ta. Edición del Organon, Hahnemann la sustituye por el método de preparación en escala cincuentamilesimal.
Posiblemente el extravio del manuscrito de la 6ta. Edición por alrededor de 80 años, ya que se publicó recién en 1921, contribuyó a consolidar la tradición centesimal mas que su posterior método cincuentamilesimal.
Pasamos a transcribir lo que de él habla en el parágrafo 270 de la 5ta. Edición:

Parágrafo 270 de la 5ta. Edición del Organon
(Extraído de la traducción de José Matuk Kanan, Encyclopedia Homeopathica)

 “Así dos gotas de la mezcla de un jugo vegetal fresco con las partes iguales de alcohol, se diluyen en noventa y ocho gotas de alcohol, y se potencializan por medio de dos fuertes sucusiones al frasco que contienen líquido, esta así formado el primer desarrollo de energía. Se tienen en seguida otros veinte y nueve frascos llenos en sus tres cuartas partes con noventa y nueve gotas de alcohol, y a cada uno de los cuales se agrega una gota del líquido contenido en el frasco precedente (que se ha sacudido ya dos veces), cuidando siempre de dar dos sacudidas a cada frasco (*), y así de esta manera este último contiene desarrollada la trigésima potencia; (ésta es la dilución potentializada a la diez millonésima(X)), que es la que se utiliza mas frecuentemente.”

(*) “Fundándose en experiencias multiplicadas y observaciones exactas, y queriendo fijar un término preciso y medio al desarrollo de la virtud de los medicamentos líquidos, he prescrito que no se den más que dos sacudidas a cada frasco, en lugar de dar más, como antes lo hacía, lo que desarrollaba demasiado la potencia de los remedios. Hay homeópatas que llevan consigo los medicamentos homeopáticos en forma líquida. Mientras hacen sus visitas, y pretenden que por este medio y con el tiempo sus virtudes no adquieren más desarrollo. Sostener semejante tesis, es probar que no se posee un espíritu de observación más riguroso. He disuelto un gramo de anatrón en media onza de agua mezclada con un poco de alcohol, y por espacio de media hora he sacudido sin interrupción, el frasco lleno en sus dos terceras partes, y he encontrado que esta mezcla igualaba en energía a la trigésima dilución.”



Escala y preparación LM



     En la 6ta. edición del Organon Hahnemann presenta el modo de preparación de los remedios con su último método, la escala cincuentamilesimal, LM. Deja atrás prácticamente la escala centesimal, que había utilizado durante toda su vida, en general con potencias no mayores a la 30.
La nueva escala muestra el pasaje de Hahnemann a la utilización de potencias mas altas, ya que las dinamizaciones creadas de este modo, implican a la vez un mayor nivel de dilución en cada grado. Los sucesivos pasajes no son en cien partes sino en quinientas.

Vayamos al Parágrafo 270 ahora de la 6ta. edición del Organon:

     “Con el fin de obtener lo mejor posible este desarrollo de poder, se tritura una pequeña parte de la sustancia que se va a dinamitar, p. ej. un grano con cien granos de azúcar de leche durante tres horas, en forma de polvo hasta la millonésima, conforme al método descrito abajo (1*). Por razones dadas aquí, abajo, (B) se disuelve un grano de este polvo en 500 gotas de una mezcla de una parte de alcohol y cuatro partes de agua destilada, de la cual se pone una gota en un frasco. A esto se añade 100 gotas de alcohol puro (2*) y se le dan cien sacudidas fuertes golpeando la mano contra algún objeto duro pero elástico (3*). Este es el primer grado de dinamización del medicamento, con el que entonces los glóbulos (4*) de azúcar se humedecerán (5*) extendiéndolos rápidamente sobre papel secante para secarlos y guardarlos en un frasco bien tapado y marcado como la (I) potencia. Se toma de éstos un (6*) sólo glóbulo para la dinamización siguiente. Se pone en un segundo frasco (con una gota de agua para disolverlo) y se añaden 100 gotas de alcohol de buena calidad y se dinamita de la misma manera con 100 sucusiones fuertes.
     Con esta dilución medicinal se humedecen los glóbulos, se extienden sobre un papel secante para secarlos rápidamente, se ponen en un frasco bien tapado y protegido del calor y la luz del sol y se marca con el signo (II) de la segunda potencia. De esta manera se sigue el mismo procedimiento hasta que se llega a la potencia veintinueve. Entonces con 100 gotas de alcohol, (un glóbulo) y 100 sucusiones se forma la trigésima (30ª) potencia con la cual se humedecen los glóbulos y se secan después.
     Por medio de estas manipulaciones de las drogas en estado natural, se obtienen preparaciones que sólo de este modo alcanzan capacidad completa para influenciar forzosamente las partes que sufren del organismo enfermo. De esta manera se neutraliza por medio de una enfermedad artificial semejante, la influencia de la enfermedad natural sobre el principio vital. Por medio de este procedimiento mecánico, con tal que se realice metódicamente conforme a las enseñanzas anteriores, se efectúa un cambio en la droga, que en su estado natural o crudo se manifiesta por si misma sólo como materia, a veces como sustancia no medicinal; pero por medio de la dinamización cada vez más alta se modifica y sutiliza hasta poseer un poder medicinal no material (spirit-like) (7*). Esta fuerza, por cierto, en sí misma no cae bajo la acción de nuestros sentidos, pero el glóbulo médicamente preparado, seco y aún más disuelto en agua, viene a ser su vehículo y en esta condición se manifiesta el poder curativo de esta fuerza invisible en el organismo enfermo.”

(1*) “Una tercera parte de cien granos de azúcar de leche se pone en un mortero de porcelana vidriada con el fondo deslustrado con arena fina y húmeda. Sobre este polvo se echa un grano de la sustancia en polvo que se va a triturar (mercurio, petroleum, etc.). El azúcar de leche que se use para la dinamización debe ser de la más pura calidad, la que cristaliza en hileras y se obtiene en forma de barras largas. Por un momento se mezcla el polvo y el medicamento con una espátula de porcelana y se tritura con fuerza de seis a siete minutos. Se raspa la sustancia del mortero y de su mango por tres o cuatro minutos a fin de hacerla más homogénea. Se vuelve a triturar por otros 6 ó 7 minutos sin añadir nada más y se raspa también 3 ó 4 minutos. Ahora se añade la segunda tercera parte de azúcar de leche, se mezcla con la espátula y se tritura otra vez 6 ó 7 minutos, se raspa 3 ó 4 minutos y se vuelve a triturar por 6 7 minutos. Se añade la última tercera parte y se hace lo mismo que con las anteriores. El polvo así preparado se pone en un frasco bien tapado y protegido de la luz directa del sol y se le pone el nombre de la sustancia y se marca de esta manera /100 como primer producto. Con el fin de elevar este producto a /10000 , se mezcla un grano de él con la tercera parte de 100 granos de polvo de azúcar de leche y se procede como anteriormente, pero debe tenerse mucho cuidado en que cada tercera parte sea triturada dos veces por espacio de 6 ó 7 minutos cada vez y raspada 3 ó 4 minutos antes de que se añadan las otras terceras partes. Cuando se termine todo, se pone el polvo en un frasco bien tapado y etiquetado /10000   . Ahora bien, si se toma un grano de este último polvo y se prepara de la misma manera que tendrá la 1/1.000.000 (1) y cada grano contendrá 1/1.000.000 de la sustancia original. De manera que la trituración de los tres grados requiere seis veces seis o siete minutos triturando y seis veces 3 ó 4 minutos raspando, en total una hora. Después de una hora de semejante trituración cada grano del primer grado contendrá 1/000 de la sustancia usada; del segundo grado 1/10.000 y del tercero 1/1.000.000 (*). El mortero, su mango y la espátula deben limpiarse bien antes de usarse para otra medicina. Se lavan primero, se secan y se someten una 1/2 hora a la ebullición. Pueden tomarse más precauciones al grado de ponerlas a la acción de un fuerte calor.

(*) Estos son los tres grados de la trituración de polvo seco, la cual si se ejecuta correctamente, vendrá a ser un buen principio para la dinamización de la sustancia medicinal.”

(2*) “El frasco usado para potentizar está lleno en sus dos terceras partes.”

(3*) “Como un libro empastado en piel.”

(4*) “Se preparan bajo vigilancia, de almidón y azúcar, y para quitarles las finas partículas de polvo se pasan por un cedazo. Se ponen en un colador que dejará pasar los de tamaño más conveniente para el médico, en número de 100 y de peso de un grano.”
(5*) “Se ponen los glóbulos destinados a ser impregnados con el medicamento en un pequeño vaso cilíndrico en forma de dedal, de vidrio, porcelana o plata y con una pequeña abertura en el fondo. Se humedecen los glóbulos con alguna de las dinamizaciones alcohólicas, se sacuden y echan sobre un papel secante a fin de secarlos rápidamente.”

(6*) “Conforme a las primeras instrucciones, se toma una gota de una potencia más baja y se mezcla a 100 gotas de alcohol para preparar una potencia más alta. La proporción entre el medicamento a potencia baja y el que se va a dinamizar (100:1) se encontró que era demasiado limitada para desarrollar completamente y a un alto grado el poder del medicamento por medio de cierto número de sacudidas, sin usar especialmente gran fuerza, como me he convencido por medio de cansados experimentos.
     Si sólo se toma un glóbulo, 100 de los cuales pesa un grano, y se dinamiza con 100 gotas de alcohol, la proporción de 1 a 50.000 y aún sería mayor, pues 500 de estos glóbulos difícilmente absorben una gota, para su saturación. Con esta relación muy desproporcionada entre el medicamento y el medio de dilución, muchas sacudidas al frasco lleno en sus dos terceras partes con alcohol, puede determinar un desarrollo mucho más grande de poder. Pero si el medio diluyente es poco como 100 a 1, y se le imprimen muchas sacudidas por medio de una poderosa máquina, el poder medicinal que entonces se desarrolla, especialmente en las altas dinamizaciones, obra casi inmediatamente, pero con una violencia furiosa, aún peligrosa sobre todo en los pacientes débiles que no tienen una reacción duradera y moderada del principio vital.
     Pero el método descrito por mí, al contrario, produce medicamentos de gran poder y de acción más moderada, que, sin embargo, si están bien elegidos, impresionan curativamente todas las partes del cuerpo que sufre (*). En las fiebres agudas, pueden repetirse a cortos intervalos pequeñas dosis de las dinamizaciones más bajas de estos medicamentos perfectamente preparados, aún de aquéllos de acción continuada y larga (como belladonna). En el tratamiento de las enfermedades crónicas, es mejor principiar con los grados de dinamización más bajos, y cuando fuese necesario usar las más altas y cada vez más poderosas, pero de acción moderada.
(*) En casos muy raros, a pesar del casi restablecimiento total de la salud y de adquirir suficiente poder vital, persiste sin modificarse una antigua y fastidiosa perturbación local. En estos casos está completamente permitido y aún es indispensablemente necesario, administrar en dosis crecientes el remedio homeopático que ha resultado eficaz, potentizado a muy alto grado por medio de sacudidas manuales. Entonces la enfermedad localizada a menudo desaparecerá de una manera sorprendente.”

(7*) “Esta afirmación, no aparecerá inverosímil, si se considera que por medio de este método de dinamización (la preparación obtenida de este modo, he encontrado después de muchos experimentos y contra-experimentos, que es la más poderosa y al mismo tiempo de acción más moderada, es decir, como la más perfeccionada), la parte material del medicamento disminuye 50.000 veces con cada grado de dinamización y no obstante aumenta su poder de manera increíble, de modo que la dinamización sucesiva de 125 y 18 ceros alcanza sólo el tercer grado de dinamización (desarrollo de su verdadera esencia, de su esencia medicinal interna) se descompondrá finalmente en su esencia individual, impalpable, no material. En su estado crudo, por lo tanto, se le debe considerar como consistiendo sólo de esta esencia inmaterial no desarrollada.”

     Parágrafo 271:
     “Si personalmente el médico homeópata prepara sus medicamentos, como debería de hacerlo, con razón, para salvar a la humanidad de sus enfermedades, (*) puede usar la misma planta fresca de la que se requerirá poca cantidad, si no necesita el jugo extraído para fines curativos. Se pone unos cuantos granos en un mortero y se añaden 100 granos de azúcar de leche y se tritura hasta la millonésima potencia (parágr.270) antes de seguir potentizando una pequeña porción de ésta por medio de la sucusión. Este procedimiento debe observarse también con las otras drogas ya sean de naturaleza oleosa o seca.”

(*) “Hasta que el estado, en lo futuro, haya alcanzado el convencimiento de lo indispensable de la preparación perfecta de los medicamentos homeopáticos, los hará manufacturar por una persona imparcial y competente a fin de suministrarlos gratis a los médicos homeópatas con práctica en los hospitales y que han sido examinados teórica y prácticamente y reconocidos legalmente. Entonces el médico se llegará a convencer del poder curativo de estos instrumentos divinos y podrá darlos gratis también a sus pacientes ricos o pobres.”

     Parágrafo 272:
     “Un glóbulo de esta clase (*) puesto en seco sobre la lengua es una de las más pequeñas dosis para un caso de enfermedad reciente y moderada. El medicamento aquí no tocará sino pocos nervios. Pero si se toma otro glóbulo igual y se tritura con azúcar de leche y se disuelve en bastante agua y se sacude bien antes de cada vez que se administre, se obtendrá un medicamento mucho más poderoso para varios días. Cada dosis, no importa lo pequeña que sea, impresionará, al contrario, muchos nervios.”
(*) “Estos glóbulos (parágr. 270) retienen su virtud medicinal por muchos años, si están protegidos contra la luz y el calor del sol.”

     Parágrafo 275:
     “La conveniencia de un medicamento para un caso patológico dado, no depende sólo de su exacta elección homeopática, sino también de la cantidad apropiada, o mejor dicho, de la pequeñez de la dosis. Si se da una dosis demasiado fuerte de un medicamento que pudo haberse elegido muy homeopáticamente para el caso en tratamiento, no obstante el inherente carácter beneficioso de su naturaleza, resultará perjudicial por su cantidad y por la impresión innecesaria y demasiado fuerte que, debido a su acción homeopática, produce sobre la fuerza vital y por medio de ésta, sobre las partes más sensibles del organismo y que se han afectado más por la enfermedad natural.”

     Parágrafo 276:
     “Por esta razón, un medicamento, aún cuando sea homeopáticamente apropiado al caso patológico, hace daño con cada dosis que se administre si ésta es demasiado grande, y si se da en fuertes dosis hará mucho más daño cuanto mayor sea su homeopaticidad y la potencia más alta (1*). Hará mucho más daño que una dosis igualmente grande de cualquier medicamento no homeopático y que no esté adaptado en ningún sentido al estado patológico (alopático).
     Por regla general la administración en grandes dosis de un medicamento homeopático elegido con exactitud, y sobre todo cuando se repite con frecuencia, produce muchos inconvenientes. Con frecuencia pone en peligro la vida del paciente y hace su enfermedad casi incurable. Ciertamente extingue la enfermedad natural en cuanto a lo que concierne al principio vital, y el paciente no sufre más de la enfermedad original desde el momento en que la dosis fuerte del medicamento homeopático obró sobre ella, pero estará, en consecuencia más enfermo con la enfermedad medicinal semejante que es más difícil destruir (2*).”

(1*) “El elogio hecho los últimos años por algunos homeópatas acerca de las grandes dosis se debió a que, o daban medicamentos en dinamización baja (como hice hace 20 años por no conocer nada mejor) o que los medicamentos elegidos no eran homeopáticos o estaban imperfectamente preparados.”

(2*) “Así, con el uso contínuo de grandes dosis agresivas alopáticas de mercurio contra la sífilis, se desarrollan enfermedades mercuriales casi incurables, cuando que con una o varias dosis moderadas de una preparación mercurial, se curará radicalmente en pocos días toda la enfermedad venérea, juntamente con el chancro, con tal que éste no se hubiese destruido con medios externos (como hace siempre la alopatía). Del mismo modo los alópatas dan todos los días corteza de quina y quinina en la fiebre intermitente en grandes dosis, en casos en que están indicados y en los que infaliblemente curará una dosis
muy pequeña y en alta potencia de China (en intermitentes palúdicas y aún en persona que no sufran de ninguna enfermedad psórica). Se produce el quinismo (complicado con la psora) que si no mata gradualmente al enfermo por lesión de sus órganos internos, especialmente el brazo y el hígado, le hará, sin embargo, vivir por muchos años una existencia precaria. Es muy difícil concebir que haya un remedio homeopático que antidotice semejante desventura producida por el abuso de grandes dosis de medicamentos homeopáticos.”

     Parágrafo 277:
     “Por la misma razón, y porque un remedio dado a dosis bastante débil se muestra de una eficacia tanto más maravillosa cuanto más homeopática ha sido su elección, un medicamento cuyos síntomas propios estén perfectamente en armonía con los de la enfermedad deberá ser tanto más saludable cuanto más se aproxime su dosis a la exigüidad a que necesita reducirse para producir suavemente la curación.”

     Parágrafo 283:
     “El verdadero médico, para obrar completamente de acuerdo con la naturaleza, deberá prescribir el remedio homeopático exactamente elegido y más apropiado en todos sentidos y en la dosis más pequeña posible; porque en el caso de que la falibilidad humana lo induzca a emplear un medicamento inadecuado, la desventaja que de esto resulte será tan pequeña que el paciente la vencerá y reparará rápidamente por medio de su poder vital y con la pronta administración (parágr. 149) del remedio correctamente elegido conforme a la similitud de los síntomas (y esto también en la dosis más pequeña).”

     Parágrafo 284:
     “Además de la lengua, la boca y el estómago, que son las partes del organismo más comunmente afectadas por la administración de los medicamentos, la nariz y los órganos respiratorios también lo son, cuando aquellos están en forma fluida, por medio de la olfatación e inhalación a través de la boca. Todo el revestimiento cutáneo es influenciado por la acción de las sustancias medicinales en solución, especialmente si con la fricción se emplea al mismo tiempo su administración interna (*).”
(*) “Es notablemente útil el poder medicinal obrado en los niños por medio de la leche materna o de la nodriza. Todas las enfermedades ceden, durante la infancia, al remedio homeopático bien elegido y administrado en dosis moderadas a la madre que amamanta, y de esta manera el nuevo ciudadano del mundo lo utiliza más fácilmente y con mayor seguridad que la que pudiera hacer en los años venideros. Puesto que muchos niños se han contaminado de la psora con la leche de su nodriza, si es que no la poseían ya por herencia materna, puede protegérseles al mismo tiempo antipsóricamente por medio de dicha leche que se ha convertido en medicinal de la manera descrita ya. En el caso de un primer embarazo para destruir la psora, causa de la mayor parte de las enfermedades crónicas, en la madre y en el feto es indispensable instituir un tratamiento moderado antipsórico, especialmente con sulphur preparado conforme a las instrucciones dadas en esta edición, protegiendo así a la posteridad anticipadamente. La mujer embarazada tratada en esta forma demuestra la verdad de lo dicho. Dará a luz hijos más sanos y más fuertes, con asombro de todos. Esto viene a ser una nueva confirmación de la gran verdad de la teoría de la psora descubierta por mí.”

     Parágrafo 285:
     “De esta manera, en la curación de enfermedades muy antiguas, el médico puede ayudar más ampliamente aplicando al exterior, por fricción en la espalda, brazos, extremidades, el mismo medicamento que se administre internamente y que haya demostrado poseer virtud curativa. Procediendo así evitará el dolor y espasmos locales, así como las erupciones cutáneas (*).”

(*) “Por estos hechos se explican esas curaciones maravillosas aunque raras, en que pacientes con deformidades crónicas y cuya piel, sin embargo, estaba sana y limpia, se curasen rápida y permanentemente después de unos pocos baños cuyos elementos medicinales eran (por casualidad) homeopáticos a la enfermedad. Por otra parte, los baños de aguas minerales muy a menudo agravan las lesiones de los enfermos a quienes se ha suprimido alguna erupción. Después de un breve período de bienestar, el principio vital permite que la enfermedad interna, incurada, aparezca en cualquiera otra parte del organismo más importante para la salud y la vida.
A veces, en cambio, se paraliza el nervio óptico y se produce la amaurosis, algunas veces el cristalino se opaca, se pierde el oído, se presenta la manía o un ataque de asma sofocante, o una apoplejía termina con los sufrimientos del ilusionado enfermo.
     Un principio fundamental del médico homeópata (que le distingue de todo médico de cualquiera otra escuela), es que nunca emplea para ningún enfermo un medicamento cuyos efectos no se hubiesen probados previa y cuidadosamente en el organismo sano y de esta manera conocerlo (parágr. 20, 21). Prescribir para el enfermo basándose sobre meras conjeturas de algo posible y útil por semejanza a otra enfermedad o por haber oído «que el remedio ha servido en tal o cual enfermedad», es un proceder sin conciencia que el filántropo homeópata deja al alópata.
     Un genuino y verdadero médico que practique nuestro arte, nunca enviará a sus enfermos a ninguna estación de baños minerales, porque casi todos son desconocidos en sus efectos exactos y positivos sobre el organismo humano en salud, y cuando se le usa mal, se pueden clasificar entre las drogas más violentas y peligrosas. De este modo, de cien enfermos enviados ciegamente a los baños de más fama por médicos ignorantes, enfermos que no han podido curarse alopáticamente, quizás uno o dos se curen por casualidad; más a menudo vuelven sólo aparentemente curados y se proclama en voz alta el milagro. Cientos de estos enfermos, mientras tanto, se van calladamente más o menos peor que antes, y los restantes se quedan preparándose para su eterno descanso, según lo demuestra el hecho de la existencia de numerosos cementerios bien poblados que rodean los más afamados de estos baños (*).

(*) Un verdadero médico homeópata, que nunca obra sin tener un principio fundamental exacto, jamás juega con la vida de los enfermos confiados a él como en una lotería en que se gana en la proporción de 1 a 500 o 1.000 (la pérdida aquí consiste en la agravación o la muerte); nunca expone a ninguno de sus enfermos a semejante peligro y le envía a probar fortuna a un baño mineral como lo hace con frecuencia el alópata con el fin de desembarazarse, en forma aceptable, del enfermo a quien él y otros han puesto en peor estado.”

     Es interesante considerar como Kent, a pesar de no conocer la 6ta. edición del Organon, ni la escala LM, progresó en la utilización de muy altas potencias utilizando la escala centesimal.
Actualmente la escala centesimal sigue siendo muy utilizada, también en dinamizaciones muy altas y aplicándose el remedio en plus, resultando una integración de aspectos de los dos métodos.

     A propósito de este último punto, valga una reflexión sobre las escalas de dinamización
Si bien existen tres escalas estándar, la centesimal, la LM y la decimal, creada ésta última por Hering, podemos considerar, en acuerdo con el colega Pablo Feintuch, con quien conversamos en el Hall de un congreso, que las posibilidades de nuevas escalas de dinamización son ilimitadas.
     Puede plantearse la hipótesis que nuevas escalas produzcan dinamizaciones que resuenen en otras frecuencias vibratorias diferentes respecto a las escalas comúnmente utilizadas y promuevan curaciones donde las stándares no lo logran.
     Se trata de un aporte que puede abrir en el futuro nuevas puertas de experimentación y resultados.
De hecho, podemos pensar que en la práctica diaria, al indicar disolver unos glóbulos de un remedio de cierta dinamización en un poco de agua y sucusionar, se obtiene una nueva dinamización mas alta, pero sobre la que en general nadie toma el recaudo de saber a cual corresponde exactamente.





Preconceptos sobre remedios

  

     Es común entre los homeópatas la indicación frecuente de ciertos remedios y la ausencia casi absoluta de prescripción de muchos otros. En parte esto puede ser debido a una actitud de comodidad, mezcla de ignorancia y pereza a continuar estudiando otros remedios y en otras quizás, a un sutil temor a utilizar medicamentos que no conocemos mucho.
     En realidad esto es un preconcepto errado, ya que los medicamentos en homeopatía no son buenos ni malos, sino buenos para cada paciente particular y lo que es bueno para uno no necesariamente lo es para otro. El mejor medicamento es el mas similar a cada caso. Aquel que contemple los síntomas característicos de la totalidad.
     Posiblemente esta actitud obstaculice a los homeópatas encontrar mas frecuentemente el simillimum.
Hahnemann nos recuerda este sabio consejo en los siguientes parágrafos:

     Parágrafo 257:
     “El verdadero médico tendrá mucho cuidado en evitar el convertir en remedios predilectos favoritos, medicamentos cuyo empleo, por casualidad, quizás ha encontrado útiles a menudo y que ha tenido oportunidad de usar con buen resultado. Si obra así, serán olvidados algunos remedios de uso más raro que serían más homeopáticamente apropiados y por consiguiente más eficaces.”

     Parágrafo 258:
     “El verdadero médico, además, no despreciará en su práctica por futilidad o desconfianza el empleo de aquellos remedios que de vez en cuando haya empleado con mal resultado, debido a una errónea elección (por culpa propia, por supuesto), o evitar su empleo por otras (falsas) razones, como que no son homeopáticos al caso patológico en tratamiento. Tendrá siempre presente en la memoria esta verdad que, de todos los medicamentos uno solo merece invariablemente la preferencia en cada caso de enfermedad, el que corresponde más exactamente por similitud a la totalidad de los síntomas característicos; y que no debe intervenir en esta elección seria ningún prejuicio mezquino.”





Un comentario sobre la lactosa



     A pesar de lo expresado por Hahnemann, posteriormente se realizó  una patogenesia sobre la lactosa. Saccharum lactis. Patogenesia hecha por Swan con la potencia 30 y superiores (B.Vijnovsky). Un punto controvertido.

     Del Tratado de las Enfermedades Crónicas:

      “ Ha habido puristas ansiosos que llegaron a recelar de que hasta el azúcar de leche pura o transformada por trituración continuada, pudiera desarrollar efectos medicinales. Pero éste es un temor infundado, vano y puedo afirmarlo por haber efectuado experimentos a conciencia. Podemos consumir como alimento cantidades considerables de azúcar de leche pura, no procesada, sin que ello produzca cambio alguno en la salud y lo mismo si el azúcar hubiera sido triturada. Pero a fin de destruir simultáneamente los recelos surgidos en algunos hipocondríacos de que a causa de la sostenida trituración del azúcar de leche-ya sea aisladamente o durante la dinamización de los medicamentos- algo podría desprenderse, por frotación, de la porcelana del mortero (sílice) y que «potentizado» por la misma trituración se convirtiera en Silicea intensamente activa, tomé un cuenco de trituración, nuevo, de porcelana, en el que el vitrificado hubiera desaparecido por restregadura posterior, conjuntamente con un majadero de mortero, también nuevo, y con ellos procedí a triturar un centenar de granos de azúcar de leche dividido en tres porciones de treinta y tres granos, los que fueron triturados dieciocho veces durante seis minutos por vez y raspados igual cantidad de veces durante cuatro minutos mediante espátula de porcelana, a fin de desarrollar por obra de esta intensa trituración de tres horas de duración algún poder medicinal, ya fuere del azúcar de leche, o de la sílice, o de ambos. Pero mi preparación resultó tan inerte y medicinalmente inactiva como es el azúcar pura de leche, meramente nutritiva, conclusión a la que llegué experimentándola en personas extremadamente sensitivas.”